Thursday, December 25, 2008

Chilpayatito

En honor al espíritu navideño y para recordar una vieja tradición familiar, comparto este villancico mexicano que siempre me ha traído gratos recuerdos.

Chilpayatito Dios

Chilpayatito Dios,
tunita fresca,
capullito de algodón,
México está de fiesta.

De petate hizo su altar
tras los magueyes
y se quiere cobijar
con las estrellas.

Chilpayatito Dios,
estás contento
con ese blanco calzón
huaraches nuevos.

Con rebozo de Bolita
de San Luis Potosí
los angelitos te hicieron
cuna para dormir.

Tuesday, December 23, 2008

Ajem... corrección.

Me he tomado la libertad de corregir un comic de xkcd... lo siento, no pude resistirlo.



AVISO: ¡DÉNLE CLICK A LA IMÁGEN!

Monday, December 22, 2008

Romance a la antigua

En un crucero que sale de Nueva York para regresar al mismo lugar, se conocen una mujer pelirroja y un hombre guapo, famoso y deseado por todas las mujeres. Casualmente quedan perdidamente enamorados uno de la otra y deciden dejar sus vidas cómodas para poder casarse y vivir juntos por siempre. Felices, lo dejan todo por el amor. Pero, como toda historia romántica, sucede un accidente inesperado, tan dramático que mi hermana y madre lloran sin parar ni poder evitarlo hasta el fin de la película en la que, como es obvio, los dos protagonistas terminan con un beso romántico la última escena.
Los suspiros enchinan mi piel. No puede ser más romántico. Un avión a punto de partir y dos enamorados en blanco y negro. La última despedida y una frase que la acompaña inmortalizando la escena en mi corazón: "we'll always have Casablanca". El abrazo que me arranca una lágrima de tristeza y alegría al mismo tiempo logró su cometido. No me quiero levantar ni tampoco quiero que termine esa melodía que suena en mi mente durante horas... "a kiss is just a kiss, a sigh is still just a sigh...". Y caigo rendida, desgarrada por la despedida y consumida por la nostalgia monocromática de la mirada de aquél hombre recitando el último adiós.
Bali Hai. Un sueño hecho realidad. El escenario paradisíaco lleno de misterios que abrazan una historia de guerra y amor verdadero. El drama va de la mano con la musicalidad cómica de la obra maestra. El mensaje queda completamente claro: "once you have found her never let her go". Y mi abuelo la escucha una y otra vez, sin cansancio. Y, mientras los protagonistas narran su historia, los demás personajes también nos embelesan con sus canciones, con sus poemas, con sus versos. Todo es un mundo de color en una isla floreada hasta que la muerte interrumpe los suspiros ligeros para reemplazarlos con una puñalada directo en el corazón. Todo es tan inesperado que no da tiempo para asimilarlo. Ha muerto y la niña queda devastada, igual que nosotros.
Además, en un pueblo mexicano también cantan romances, corridos vivos, historias pícaras. La coqueta en la ventana y Pedro Infante susurrándole una canción al oído, rodeado de mariachi. Los ojitos pizpiretos de la muchacha no dejan de mirar al cielo y los del ranchero tampoco. Los dos conmovidos y los espectadores sonreímos. No necesitamos que los muestren explícitos en la pantalla para ver todos los colores que adornan las trenzas de la enamorada. Pero, de la nada, las pistolas y los malentendidos invaden la vida de ambos. Es imposible que sigan juntos. Imposible. Ella, ya comprometida con otro, llora desconsolada y él va a buscar al desgraciado que se la ha robado. Luego de media hora de golpes dentro de una cantina él va a buscarla victorioso. Pero por alguna razón desconocida ella no quiere verlo más. No lo mira y lo rechaza a manotazos y empujones. Y todos sabemos que él es más fuerte, la toma de la cintura y la mira de frente. Sin previo aviso, la besa. Ella se resiste, lo golpea, patalea, se rinde en sus brazos y, finalmente, viven felices por siempre. Ese beso final lleno de enojo olvidado y de cariño "de veras" nos conmueve tanto que la misma noche soñamos con ese momento, en el que perdonar ya no se dice con palabras.
A pesar de todo, sigo siendo una romántica sin remedio, que llora en el punto más alto del Empire State, que bebe en París junto a un viejo amor, que vive enamorada de un hombre excepcional y se asoma a la ventana cada vez que escucha una serenata con mariachi.

Tuesday, December 09, 2008

Descanso

Yo sentada sobre una silla.
La rodilla izquierda flexionada hasta tocar el pecho.
El pie izquierdo apoyado en el asiento de la silla.
La pierna derecha colgando inerte.
El pie derecho toca el suelo levemente del lado opuesto al arco, torcido hacia adentro.
El brazo izquierdo suelto.
La mano izquierda se concentra en tomar el tobillo de la pierna izquierda (la flexionada).
El codo derecho apoyado en la rodilla izquierda.
El brazo derecho entero da la vuelta al cuello.
La mano derecha juega con un mechón de pelo cerca de la parte trasera de la oreja derecha.
La cabeza apoyada en la parte interior del codo derecho (descansando en la rodilla izquierda).
Los ojos se cierran por momentos largos.
Los oídos se estremecen con un tango.
Yo descanso.

Friday, December 05, 2008

Descubrimiento 2

El posillo donde se calienta la leche con las vainas de vainilla también tiene pecas.
Yo tuve pecas en las manos, ahora las perdí.

Besos, chocaletos y condicionales.

Condicional: para la verdad se exige que el antecedente no pueda ser verdadero sin que lo sea el consecuente. Para su falsedad basta que el antecedente pueda ser verdadero sin que lo sea el consecuente. Por ejemplo:
Me das un beso ---> Te doy chocolates (chocaletos).
**Donde: cuando efectivamente, si me das un beso, yo te doy chocolates (chocaletos) es verdad la proposición condicional, si me das un beso y no te doy chocolates (chocaletos) es falsa la proposición condicional.
Problemas:
1. ¿Qué sucede si me das un beso sin que yo antes haya ofrecido chocolates (chocaletos)?
R. No sería falso el razonamiento porque nunca hubo una condición.
2. ¿Siempre debe de haber condiciones?
R. No siempre para obrar tiene que haber condiciones expuestas, puedo yo darte un beso y además los chocolates (chocaletos) sin esperar que me devuelvas algo a cambio o sin avisarte que te los voy a dar.
3. ¿No esperaría el que da el beso (o los chocolates [chocaletos]) algo a cambio siempre?
R. Si está dando el beso (o los chocolates [chocaletos]) puede hacerlo porque quiere nada más, aunque realmente siempre se espera una respuesta a cambio como mínimo.
4. Entonces, ¿siempre actuamos condicionalmente?
R. Sí.
5. ¿Si te doy un beso (co chocaletos [chocolates]) sin esperar nada a cambio, pensarías que estoy yo esperando algo y lo tratarías de adivinar dedicando tiempo a la investigación de la supuesta condición?
R. Dado lo anterior a la pregunta, sí.
6. ¿Sería mejor que diera una condición concreta en el caso de darte un beso (o chocolates [chocaletos])?
R. Sí, ahorraría tiempo y esfuerzos.
Conclusión:
DAME UN BESO Y TE DOY CHOCOLATES (CHOCALETOS)*
(o viceversa)
*O no.

Wednesday, November 26, 2008

Lápices y Nombres

Los lápices son muy especiales, muy en particular hablo de los que son amarillos y tienen la goma para borrar rosada. Todo el mundo sabe qué es un lápiz y para qué sirve. Los hay de mucho tamaños, colores, formas; hay unos que se tuercen, otros que pintan claro, otros muy oscuro. Los hay para dibujar, para diseñar, para pintar, colorear, para ser diluidos, para contar, para escribir y borrar. BORRAR. Un lápiz cumple su función una vez que se ha escrito algo con él y luego, si uno quiere, puede borrarse. BORRARSE. En la vida real las cosas no pueden borrarse sin más, con un lápiz (amarillo lo prefiero yo) sí se puede. Escribo y escribo, en gris, con grafito y luego lo borro. Lo vuelvo a escribir y, si quiero, si la gana me da, lo borro. Y ya.

Los nombres quedan impresos. Una persona, animal, cosa, personaje, se identifica con su nombre. Todos son importantes, uno no puede ser sin nombre. Cada letra tiene personalidad, cada sílaba cuenta una característica y todo junto es inseparable de su dueño. Canasta. Muchos tipos, pero al fin y al cabo, una canasta es una canasta. Gato. Cuatro patas peludas, una cola esbelta y delicada, bigotes, ojos felinos. Patricio. Un nombre, un sujeto en específico. No puedes quitarte el nombre, es algo que siempre estará ahí, el que llamas en voz alta o por el cual tu alma te identifica. Uno, dos, tres, cinco, todos lo que sean, pero los necesarios para delimitar tu persona. "Soy Eugenia" dicho con una voz grave, lenta, profunda. La veo. "Payo", un apodo, aún así, lo identifica. "Nube blanca". También pseudónimos. Los nombres deben ser. Tu nombre es bello, por ser tuyo nada más. Pueden coincidir las letras, las sílabas, los apellidos incluso, pero tu esencia no. Ahí esta cuando dices: "Pablo", solamente con tu tono de voz, con tus pausas, con tu persona derramada sobre él.


Los nombres no se pueden decir con lápiz. Ni siquiera con uno amarillo. Los nombres no se borran. Los lápices son para borrar lo hecho. Cobardes, pero al mismo tiempo amigables al inviratme al riesgo de hacer algo, que luego podré deshacer si me equivoco. Los nombres no son así. Los nombres son, están, mientras que tú seas y estés, aquí o en otro lado.

Sunday, November 16, 2008

Descubrimiento

La Luna tiene pecas.
Yo no tengo pecas.
La Luna sí las tiene.
A mí me gustan las pecas.
Espero que a la Luna también, porque las tiene.
Yo quisiera pecas.
La luna ya las tiene.
Tal vez yo tenga alguna.
Nuestra Luna es pecosa.
Pero nunca las he descubierto en mí.
Ella tiene pecas.
A mí me gustan las pecas.
Pero yo no las tengo.

La mejor parte

Lo mejor del mundo es cuando, luego de mucho, muchísimo tiempo de pensarlo, te das cuenta de cuál es el problema. Pero eso no es lo mejor, lo mejor es, una vez descubierto el problema, encuentras la forma de resolverlo. Y no solamente esto es lo mejor, también cuando empiezas a ponerlo en práctica y te das cuenta de que no está funcionando, pero aún así, es la solución y hay que seguirla. La mejor parte es cuando llevas ya tiempo poniendo el remedio en práctica y, sorprendentemente no sabes si resultará, no tienes la menor idea de qué será lo que va a suceder. La mejor parte será cuando, después de todo el proceso y mucho tiempo de práctica el resultado es aún mejor del que esperabas. El resultado será, mejor del esperado. La mejor parte de todo: que el resultado sea una sorpresa tan grande que te quite el aliento unos segundos, te abra los ojos como platos y una sonrisita disimulada haga brillar tus mejillas. Esa es la mejor parte.

Saturday, November 15, 2008

Recordé

Esta noche, mientras tomaba una copa grande y redonda de vino tinto caliente especiado, recordé. ¿Cómo fue que lo hice? Muy sencillo, encontré cartas, fotos, cuentos, todos viejos. Muchos eran tuyos, y recordé cómo te gusta escribir, pero también cómo te cuesta. Recordé como brillan tus ojos cuando cuentas una historia. Recordé la forma tan especial y ordenada de redactar tus cartas. Tus sonrisas en las fotos. Tu música. También me acordé de muchos momentos que pasamos juntos, otros en los que no hubiera querido que estuvieras y también en los que hubiera dado mucho porque hubieras estado ahí. Recordé cómo hablas, y cuánto hablas. Cómo abrazas. Recordé que en esa cabeza tuya caben tantas cosas que algunas veces no pueden salir todas al mismo tiempo. Y te desesperas. Y recordé cómo bailas y cómo brincas y cómo gritas también. Tu risa a carcajadas y la silenciosa, escasa, pero única. Cómo cuando te concentras clavas la vista en un punto fijo y no te mueves. También hubo momentos en los que no pude recordar cómo comes. Ni cómo bostezas. Ni cómo estornudas. Pero sí recordé qué es lo que haces cuando algo no te gusta, te molesta. Pude recordar perfectamente los reclamos que haces, los gestos de disgusto, tus miradas sarcásticas. Pero fue poco. Me entretuve mucho más tiempo contemplando en mi imaginación tu retrato cuando cierras los ojos. Todo eso recordé al volverte a leer, al volverte a ver en la pantalla. Cosas que estaban bien guardadas en una caja con la tapa roja, junto a otras muchas que el tiempo irá sacando en su momento. Por ahora te recordé a ti.

Thursday, November 13, 2008

Cito a un gran autor

"Piensa como filósofo, bebe como ingeniero, habla como albañil"



-José Luis Calderón.

Wednesday, November 12, 2008

Anoche

Anoche soñé contigo. Fue, como todos los sueños, extraño. Era en un ático cubierto de pasto fresco, en algunas zonas había charcos de lodo, pero al ser tan grande el espacio, era sencillo caminar por los lugares secos. Tú estabas triste, pero al mismo tiempo no sé por qué sonreías, mucho, todo el tiempo. Los sueños son raros, siempre raros. No sé por qué estabas triste, y mucho menos cómo llegué a descubrirlo. Caminabas de un lado a otro, con gente, con una sola persona, con una chica, con otra chica. Yo nada más veía. Nunca supe si supieste que estaba yo ahí dentro, en el mismo sueño. Aún así, nunca me miraste. El día, en el sueño, iba pasando poco a poco, como si fuera real. El sol se movía, a pesar de que estábamos adentro de un ático enorme, en cuyo centro había un agujero cuadrado con unas escaleras de madera por las cuales la gente subía o bajaba. Pero tú no, ahí te quedaste. Y yo también. Hubo varios momentos en los que sentí que me mirabas, pero nunca supe si eran reales o no, uno nunca lo sabe cuando es un sueño. Al despertar sentí que me mirabas, esta vez de verdad. Pero no estabas ahí, ni yo tampoco. Fue solamente un sueño.


"Soñé extraño"- dijo Brucilla al despertar.
"Siempre es extraño"- respondió Kube, ya estaba despierto.

Monday, November 10, 2008

Dos

A través de la ventana todo era oscuro todavía. Faltaba poco para que las luces lilas iluminaran la bóveda celeste. La ventana permanecía cerrada, ella, con una manta sobre los hombros y encogida sobre un banquito respiraba empañando la ventana con la nariz casi pegada al cristal. No sabía exactamente qué era lo que veía, pero no quería dormir. La cama no la recibiría con los brazos abiertos esta vez. Tenía también los pies acalambrados de tanto estremecerse y la piel ya no sentía el frío que se colaba por el cristal. Ella simplemente esperaba algo desconocido, con los ojos entrecerrados, sin llorar ni sonreír, sin sentir absolutamente nada que no fuera el sueño y cansancio presionando su espalda, poco a poco logrando que se encorvara más y más.


El cielo empezó a cambiar, no fue un espectáculo memorable, parecía que el cielo estaba nublado y no dejaría pasar los rayitos de sol tímidos de la época. Con forme la luz aumentaba ella se iba incorporando, como un árbol que se descongela al llegar la primavera. Sus huesos crujían levemente, eso le gustaba. Como mantuvo los brazos cruzados la manta que la cubría cayó repentinamente al suelo, pero eso no bastó para que apartara la mirada de la ventana. El jardín de la entrada brillaba como si hubieran esparcido cristales muy pequeñitos en él, el rocío en las flores combinaba con los pétalos de cada una de sus dueñas, todas decoradas con esa fina y delicada joyería. Ya no eran segundos, ni minutos; eran horas las que pasaban escurriéndose como las gotas de agua fría que bajaban de repente por la ventana, haciéndola ver como si fuera una cortina de seda transparente rasgada.
Finalmente el sol se asomó. Al verlo, ella saltó de su asiento, cambiando completamente la expresión de su rostro, antes rígido, por uno de mejillas sonrosadas y ojitos brillantes. Abrió con fuerza el seguro de la ventana y la deslizó hasta que una ráfaga de aire fresco llenó la habitación, revolviendo algunas de las hojas de papel regadas por el suelo. Sin poder contenerse, bajó corriendo las escaleras y abrió la perta de enfrente. Su falta roja bailaba al compás de su paso agitado, iba descalza y con el pelo suelo. La sonrisa ya no le cabía en la cara. Soltaba risotadas de repente, como si estuviera loca de felicidad. Alzando las manos para abrazar las nubes blancas dio una vuelta, mirando siempre hacia arriba. Se detuvo poco a poco, ahora cerrando los párpados suavemente. Y una vez estática, respiró. Tan hondo como pudo. Abrió los ojos nuevamente y, con el mismo paso apresurado y alegre, salió al camino, para contagiarse de la gente, del mundo que ella tanto amaba.

Friday, October 31, 2008

En el borde

Las pisadas se iban marcando ligeras con el paso de los minutos, no iban rápido, pero tampoco muy lento. Una tras otra, tras otra, tras otra. Del lado derecho se apreciaba un horizonte blanqueado, con montañas grises, todo muy pálido, silencioso, tranquilo. Del lado izquierdo las sombras parecían devorar el paisaje, con forme la vista se alejaba iba haciéndose imposible distinguir las formas, también había silencio, pero uno distinto, uno denso, parecía estar lleno de cosas o tal vez pensamientos, emociones, ideas o historias.
Las pisadas andaban justamente en el borde donde se juntaban los dos horizontes, con mucho cuidado de no caer demasiado en alguno de los extremos. La mayoría del tiempo, los pies iban tocando el terreno tibio y blancuzco cubierto de hierba gris-azulada (los pies iban descalzos), y algunas veces se despistaban y los dedos marcaban su huella en las penumbras que parecían estar plantadas en tierra fría, pero agaradable.
Las pisadas iban acompañadas de su dueña, con los ojos cerrados y los brazos colgantes.
Las pisadas no se detenían.
Las pisadas todavía no decidían.
Las pisadas iban marcando cada paso que daban, hundiéndose con suavidad en el terreno.

Monday, October 27, 2008

Saber

No sé cómo, pero cuando lo sabes, lo sabes. Es una senación que te provoca sonreir en secreto, sin que nadie lo sepa, porque solamente tú quieres saberlo, aunque sabes que algún día los demás también sabrán.

Se pueden saber tantas cosas, pero cuando sabes esa en especial, las demás dan lo mismo, ese saber sabes que es valioso, hermoso, capaz de hacerte levantar por las mañanas y querer gritar por la ventana: ¡Yo ya lo sé! Y con forme va pasando el tiempo, ese saber puede diluirse o aumentarse, todo depende de qué tanto lo sepas y lo tengas asegurado.

¿Tú qué sabes? Puedes ya saberlo y no saber que lo sabes, o puedes saber que lo sabes y no querer hacerlo saber o incluso no querer saberlo.

Aún así, saber trae paz, no siempre alegría, pero paz si que la trae, y eso yo lo sé.

Sunday, October 26, 2008

Por fin.

El mar de hierro me había cubierto por completo, y yo, dentro del agua, no sentía que mi piel se arrugaba y empalidecía con el paso del tiempo, lento y pesado. Mis ojos ya no tenían fuerzas para abrirse y, hecha un ovillo y con las manos y los pies crispados, me helaba debajo del agua agitada. Mi corazón palpitaba tan levemente que apenas me mantenía viva. Todo era azul. Gris. Tenue.

Depronto abrí los ojos. Sin entender cómo extendí un brazo hacia arriba y con todas las fuerzas que me venían de dentro empujé mi cuerpo casi inerte hasta llegar a la superficie, donde respiré una bocanada de aire fresco, pero al mismo tiempo cálido. Las aguas se habían calmado y el cielo, lleno de nubes, asomaba algunos pedacitos azules.

Finalemnte, miré al sol, de frente

Título por confirmar.

Sí, lo borré enterito.

¿Por qué?

Porque puedo.

(Para el que no lo supo: antes aqui hubo algo más que frases cortas.)

Monday, October 20, 2008

No.

No soy niña. No me quites años. No voy a ninguna parte. No me gusta el amarillo y mucho menos el dorado. No quiero cenar. No me lleves. No llueve. No me mueves. No me toques. No quiero. No hables. No puedo dormir. No quiero dormir. No tengo hambre. No me gustan las manzanas amarillas. No tenemos. No hay. No he acabado. No te digo. No he leído. NO QUIERO. No juego. No me duele. No es malo. No es bueno. No es. No como galletas. No me molestes. No me preguntes. No me dan cosquillas. No grito. No soy un pez. ¡No! ¿No? No.

Thursday, October 09, 2008

Una probadita de la dueña de este espacio.

Hoy estoy muy cansada, mis ojos ya no pueden más, pero lo increíble es que no les es posible cerrarse. Todavía no da la hora para decir que es muy tarde, pero aún así yo siento como si lo fuera. Hoy me di cuenta de que salir de mi casa en la mañana, cuando todavía es de noche, y llegar a mi destino habitual cuando ya es de día y algunas veces (muy pocas, a decir verdad) el sol ya brilla, no me gusta en lo absoluto. Me cuesta mucho trabajo dejar de dormir una vez que lo he logrado. Me gusta el clima frío que ha estado llenando las semanas que van pasando, me recuerda a la época de Navidad, cuando se siente el aire helado pasar de la nariz hasta los pulmones tan rápido que termina llevándose la pereza al exhalar y abriéndote los ojos para ver el cielo más azul del año. Últimamente he estado muchos ratos en silencio, no sé si sea porque mi reproductor de música dió su último latido hace unas semanas o si es porque realmente lo necesito. Pero me gusta. A pesar del silencio he tenido varias letras de canciones rondando mis pensamientos constantemente, especialmente las del último disco de Radiohead, se ha convertido en uno de mis favoritos poco a poco. Hoy, diré la verdad, no he querido ser filósofa, la buena noticia es que parece ser que solamente me ha durado un día, la mala noticia es que creo que no es posible dejar de ser filósofo una vez que has empezado. Y no me considero filósofa todavía, pero algún día sí lo seré. Una de las razones que me han desanimado el día de hoy han sido las clases de griego clásico, puedo admitir que cada hora que pasa me enredo más. Nunca me imaginé que llegaría a leer tantas cosas tan distintas, es lo mismo que hace la filosofía: me autosorprende. Volviendo a ver el lado positivo, creo que será un buen fin de semana, o al menos eso espero. Poco a poco se vive la vida y antes de irme me gustaría dejarles una frase que me ha llegado hasta lo más hondo del alma, del libro de Juan Rulfo titulado Pedro Páramo:
"cada suspiro es como un sorbo de vida del que uno se deshace."

Monday, October 06, 2008

Uno muy chiquito.

Entre el barullo de la gente pasando y viniendo frente las puertas de cristal de la biblioteca ellos parecían ser completamente invisibles. Nadie nunca se detuvo a mirarlos, mucho menos a examinarlos y ellos jamás notaron la existencia humana a su alrededor. Ella tenía la mirada clavada en sus zapatos y las mejillas y las orejas sonrojadas, él había quedado hipnotizado al intentar contar las tímidas pecas de su nariz. Poco a poco la conversación que sostenían se fue apagando hasta que se convirtió casi en un susurro que los obligó a que poco a poco y muy lentamente se fueran acercando uno al otro. Ella sonreía con la mirada agachada, tímida y a él parecían temblarle las manos que colgaban a sus costados como si fuera un espantapájaros. Cuando estuvieron tan cerca que sus cabezas casi chocaron ella elevó su mirada y se detuvo al verse reflejada en los ojos oscuros y brillantes del muchacho, él, con los dedos hormigueándole y las orejas coloradas cerró los ojos y muy suavemente besó sus labios. Apenas los había rozado cuando los dos se separaron como si una corriente eléctrica los hubiera invadido de pronto. No pudieron evitar sonreír. Nadie los veía, y ellos nunca vieron a nadie. Fue un beso muy chiquito, pero uno de esos que llegan al alma, al corazón y que nunca se pueden sacar de la mente.

Tuesday, September 30, 2008

¡SILENCIO! Por favor...

Despertador estruendoso. Tintieno de los cubiertos del comedor chocando contra los platos llenos de cereal con leche, avena o fruta. La llave del agua que azota contra el suelo de la regadera completamente abierta. Los interruptores de la luz cambaindo de posición constantemente. Puertas abriéndose. Puertas cerrándose, sin o con cuidado. Motores encendiéndose. Automóbiles en movimiento. Música en la radio. Vientro contra las puertas. Estacionamiento lleno. Pájaros en los árboles. Elevadores anunciando su llegada con un delicado "ting". Pasos rápidos, pasos lentos, pasos con mucho eco, pasos mudos, pasos sordos, pasos con tacones, pasos con tennis, pasos con zapatos de hule, pasos con sandalias, pasos de gente que viene y que va. La gente de los pasos habla, grita, platica, respira, confiesa, reza, llama, contesta. Más música, por todos lados, en mi cabeza, en mis oídos, en todo el mundo. Más palabras, argumentos, discusiones, declaraciones, preguntas, respuestas. Azotones de puertas. Agua corriendo. Cantos irregulares. Viento, aire, lluvia... Inhalo... Exhalo... Respiro lento, sonoro... Corazón que late, lento, pausado... No me escucho... ¡NO ME ESCUCHO!
Silencio, por favor.

Tuesday, September 23, 2008

Dedos largos.

-Nunca me había fijado; tienes los dedos muy largos.

Kube mueve la cabeza lentamente, asintiendo, mirando a través de la ventana empañada.

-Y también muy pálidos.

Kube ahora no hizo ningúna señal de haber escuchado el comentario de Brucilla.

-Déjame ver tu mano más de cerca, por favor.

Kube extendió el brazo y le tendió la mano a la niña.

-¡Ah! Estás helado, ¿no tienes frío?

Kube giró la cabeza para verla a los ojos y esbozó una sonrisa, que ella supo descifrar perfectamente.

Brucilla lo miró muy fijamente y con los ojos brillando.

Kube soltó la mano de Brucilla y acarició su mejilla causando que sintiera escalofríos y su piel se estremeciera. Sus dedos pálidos y largos eran tan helados que la niña sonrió bajando la mirada tímida.
Cuando separó sus dedos de la, ahora gélida, mejilla de Brucilla, tomó su mano con delicadeza y la puso contra el cristal empañado de la ventana, y acto seguido se levantó lentamente y salió sin hacer ruido.

Tuesday, September 09, 2008

Dentro del agua

Cuando abrí los ojos descubrí la razón del frío que hacía que mi piel se estremeciera: estaba debajo del agua, muy en el fondo, donde todavía no es completamente oscuro y se pueden ver escasos rayos de luz pasando cerca de mi con movimientos oscilantes. Extendí una mano junto con su brazo y el otro lo pegué a mi pecho encogiendo también las piernas y la cabeza. Veía algo, escuchaba algo. ¿Para qué moverme? ¿Para qué quedarme? ¿Qué hacer? Abrí los ojos nuevamente y entre el pelo flotante pude ver una mirada negra, muy negra. Decía cosas, muchas palabras. El frío seguía, pero ahora solamente lo podría sentir en la punta de los dedos de los pies y manos. Estaría loca de no seguirlos, los ojos negros. Ni una sola burbuja, pero a mi alrededor había dos peces, largos, mus esbeltos, casi parecían un error de tinta negra y azul. Eran lentos, pero al mismo tiempo graciosos. Estaría loca. Algún dia no seré más, no estaré dentro del agua, ni fuera de ella tampoco. Simplemente en la tierra húmeda y la lluvía me vería a mí ahora. Los ojos me hablaban, los peces me hablaban, en silencio, pero lo hacían y yo, lentamente empecé a caer, a seguirlos hasta el fondo. Poco antes de que la luz se agotara por completo cerré los ojos con tanta fuerza que perdí el conocimineto y pisé la arena dura y áspera en la que pude correr de nuevo. Antes de ahogarme.
Inspirado en:
Weird Fishes/ Arpeggi
-Radiohead.
In the deepest ocean
Bottom of the sea
Your eyes
They turn me
Why should i stay here?
Why should i stay?
I'd be crazy not to follow
Follow where you lead
Your eyes
They turn me
Turn me on to phantoms
I follow to the edge of the earth
And fall off
Everybody leaves
If they get the chance
And this is my chance
I get eaten by the worms
And weird fishes
Picked over by the worms
And weird fishes
Weird fishes
Weird fishes
I'll hit the bottom
Hit the bottom and escape
I'll hit the bottom
Hit the bottom to escape
Escape

Sunday, September 07, 2008

Dialogando con la muerte

Todos hemos visto a la muerte, aunque sea una vez. Ya sea presente en un hombre (o mujer) con su tradicional capucha negra, figura esbelta, manos huesudas (si no es que esqueléticas) sosteniendo una oz de aperiencia amenazadora y algunas veces con una especie de humo (o hielo seco) rodéandole los pies mientras camina hacia alguien o simplemente posa para el dibujo, impresión (playeras, banderas, escudos, portadas, etc.), pintura, fotografía.


Hoy se vió a la muerte en plena luz del día, sentada, como si estuviera esperando a que la lluvia pasara, como el resto de los transeúntes que deambulaban por el centro de la ciudad como a eso de las dos de la tarde. No parecía buscar a nadie, o tal vez sabía disimular perfectamente el aburrimiento que le pesaba recargando su cabeza encapuchada sobre un puño cerrado. Poco tiempo pasó antes de que un elegante sujeto, de la época romántica vestido con un impecable traje azul con medias blancas, la cara empalidecida y una peluca en la mano, se sentara justo a un lado del encapuchado negro.


-¡Qué lluvia!

-Si, parecía estar despejado.- Contestó en un susurro la muerte.

-Si, espero que pase rápido, está empezando a refrescar.

-Yo no tengo frío.

-Bueno, ¡cómo vas a tener frío con semejante capa!

-Si.


Y, como suele suceder después de una conversación forzada, el hombre, sintiéndose incómodo por el silencio de su nuevo acompañante, tomó su peluca de nuevo juntó sus cosas y se fue.


Todo lo anterior sucedió el domingo a medio día en la calle de Fray Pedro de Gante en el Centro de la Ciudad, y para los incrédulos he aquí la evidencia de que, muy rara vez, se puede dialogar con la muerte.



Monday, September 01, 2008

Su caja, la caja.

"Tengo una colección muy grande de cajas. Hay de secretos, de burbujas, de palabras, de besos, de historias, de piedras, de todo. También tengo uan de abrazos, no es muy grande, pero eso no importa. Ahí cabe todo lo que debe de caber: abrazos. Aunque sean muy grandes, muy largos, muy intensos; al final siempre terminan entrando todos. Por afuera es azul marino con puntos blancos. Se vé simpática. Fue hace poco que la inauguré, cuando me sobraban abrazos y los tuve que dejar en algún lado- luego son muy pesados y hacen que duela la espalda-. Me encanta abrirla de vez en cuando y ver la inmensa variedad que ya he coleccionado, de verdad es una buena colección, variada y grande, como las colecciones valiosas tienen que ser. Cuando la vuelva a abrir te prometo que te la enseño, es digno de presumir. Pero bueno, por ahora está bien debajo de mi cama, junto con las demás cajas cerradas que algún día volveré a abrir."
Kube, muy serio, se le acercó y susurró en su oído:
"Brucilla, abrázame."
Ella lo miró y le respondió frunciendo el ceño:
"No, hoy no."

Wednesday, August 27, 2008

Rosa

Salió el sol, bastante escondido entre las nubes que quedaron de la lluvia de la noche anterior, pero salio a eso de las siete y cuarto de la mañana. A pesar del frío y de la neblina ligera parecía que sería un día bueno, bonito. Habpia más ruido de pájaros que de costumbre, todo marchaba bien. Llegada la hora, salio de la casa de muy buen humor, tarareando una cancioncita pegajosa y vestida de rosa. ¿Rosa? Sí, rosa. Muy pálido, pero rosa al fin. ¡Qué cosa rara! Todo el dia pasó lento, pero bello, muy ligero. Llovió poquito, y luego sopló el aire dejando salir al sol un rato. Tranquilo. Y ella de rosa, como nunca. Cuando todo pasó se miro en el espejo y pensó "qué raro, vestirse de rosa no estuvo mal." Y pocos minutos después se durmió con el pelo suelto.

Sunday, August 24, 2008

A la mitad

Era media noche, y estaba la mitad de la casa a media luz. A la mitad del cuarto había un plato con la mitad de una rebanada de pastel hecho con media calabaza. Medio dormida, entreabrió la ventana desde la cual se veía la mitad de un árbol enorme que siempre había vivido ahí. Caminando medio despacio se sentó en el silloncito que estaba en frente de la mesa que soportaba el plato con la media rebanada de pastel, y con la mitad del cuerpo helado entrecerró los ojos. No pasó media hora cuando la mitad de la silueta de un hombre se asomó por la puerta medio abierta. Dando pasos medio cansados se acercó a la sentada y le medio plantó la mitad de un beso justo en medio de la frente.
-Buenas.
-Noches.
Y eso fué la mitad de lo que pasó esa media noche de la mitad del año.


Muchas vaces no nos damos cuenta ni de la mitad de las cosas que dejamos a medio hacer, medio decir, medio pensar.

Saturday, August 23, 2008

Un charco

A medio día, a las doce en punto salió Juan de su casa a todo correr. Le gritó a su mamá justo cuando estaba cruzando la puerta que iba a ir al jardín de Pedro a ver algo realmente increíble. La madre no pudo hacer más que soltarle una sonrisa y aconsejarle que no regresara muy tarde. Luego de tres cuadras a todo correr, el niño de nueve años y medio llegó a la casa de su amigo, tocó la puerta y en cuanto le abrieron entró como bólido hasta pisar el pasto del jardín. Se quitó los zapatos como pudo y saludó a Pedro jadeando y temblando de la emoción.
-¡¿Qué es?!
- ¡Sh! Los vas a asustar, mira en el charco que se hizo hace un mes.
-¡Está bien grande!
-Ya sé, no sé como le cabe tanta algua al pasto. Dice mi mamá que lo quiere sacar para que no se mueran las plantas, pero yo digo que mejor lo deje así. Mira, mete los pies y ven a donde estoy yo.
-¡Ay! ¡Está bien fría!
-No seas niña, mira, cállate para que pongas más atención.
-¿Es eso que se mueve?
-Sí, míralos más de cerca. Hace poquitos días no estaban, yo creo que salieron del pasto que está abajo, porque no había nada hace dos días. Yo estoy aqui todos los días y no vi nada.
-¡Ya los ví! ¿Qué son?
-Mi mamá dice que son ranas bebés, pero no parecen. Son más bien como peces cabezones. Hay unos que tienen puntitos. Y son bien rápidos, no se dejan agarrar.
-¡Hay que atrapar uno!
-¡No! Que tal que nos pica, mi mamá nos castiga.
-¿Me dejas llevarme uno? En un vaso de plástico, ¡ándale!
-Bueno, uno sí. Pero solamente uno.
Estuvieron los dos niños metidos en el charco, persiguiéndo a las extrañas criaturas que ahora vivían en el jardín de Pedro hasta que fue la hora de la comida. Juan se puso de nuevo sus zapatos, agradeció a la madre de su amigo y con un vasito de plástico lleno de agua en una mano y en la otra una galleta regresó a su casa, con mucho cuidado para no derramar ni una sola gota del agua verdosa que ahora se convertiría en su nueva mascota.

Thursday, August 21, 2008

Receta

Al entrar al consultorio llena de nervios el médico le suplicó que se sentara en la silla que estaba en frente de un sofisticado escritorio. Ahí fue que comenzó la entrevista.
-Dígame, ¿qué es lo que le molesta? ¿Qué la trae por aquí? Hasta dónde yo sé usted siempre ha sido una mujer muy sana y, para ser sinceros, no parece del todo enferma.
-¡Ay Doctor! Usted no sabes lo mal que me he estado sintiendo; no puedo dormir por las noches, y en las mañanas no me siento con fuerzas para levantarme. Me cuesta trabajo caminar, respirar, mirar cuando hay luz de sol.
-Pues cuénteme con todo detalle cada uno de sus síntomas, solamente así podremos ver qué es lo que usted tiene.
-Bueno, mire, para empezar: cada noche, cuando me acuesto, siento un dolor espantoso en el pecho, una punzada que me atraviesa y hace que la piel se me enchine como una gallina recién desplumada. Ya después que me acostumbro a la espina esa trato dormir, cierro los ojos, pero no los puedo mantener quietos por un instante, como si me dieran vueltas en contra de mi propia voluntad. Termino abriéndolos y me doy cuenta de que tengo frío, mucho frío, estoy helada desde los pies hasta la cabeza, sudando frío, poco, pero ya se ha vuelto algo molesto. La cabeza no me ha dolido por las noches. Después de un rato de insomnio, temblorinas y vueltas en la cama me termino levantando y hago cosas, de todo hasta que finalmente caigo como muerta en el sillón.
-Que cosas tan extrañas, ¿los síntomas anteriores solamente se presentan durante la noche?
-Eso sólo es cuando me acuesto, cuando me levanto la cosa es distinta. Para empezar me cuesta un trabajo enrome pararme del sillón de la sala o de donde haya caído la noche anterior, yo creo que son los huesos o tal vez la copa de vino que tomo antes de ir a la cama todos los días. Una vez que logro levantarme y ponerme en orden me doy cuenta de que la luz solar me lastima los ojos, que el ruido externo hace que me duelan los oídos, que cuando hace frío tiemblo sin parar, y cuando hace calor siento unos bochornos infames que no me dejan ni pensar. No me puedo concentrar, no me da hambre a las horas de la comida, desayuno o cena y el resto del tiempo el estómago me suplica por algo de comer. Yo creo que tiene algo que ver con la contaminación, ya ve usted que dicen que ha aumentado muchísimo y que eso hace mucho daño a la salud. O tal vez es que estoy agarrando una enfermedad tropical, como las que salen luego en los programas que todo el mundo vemos en las horas de insomnio.
-Ya veo. Dígame, ¿hace cuanto fue que usted soñó por última vez?
-¿Eso qué tiene que ver?
-Responda, por favor.
-Bueno... hace... como... mmm...
-Ya entiendo lo que le sucede. Lo que usted necesita es un buen abrazo, o en casos ya muy extremos, como me temo que es el suyo, un buen beso, uno de verdad, uno que la haga perder el aliento para poder recuperarlo durante el día. Uno que le robe el sueño una noche y luego se lo devuelva sutilmente. No es necesario que se lo ponga en receta. Y dígale a la secretaria que no es nada, ésta vez va por mi cuenta.
-Gracias Doctor- dijo incrédula y salió del consultorio derechita a su casa.
Esa noche, después de tomar lentamente una copa de vino tinto sentada en una silla y viendo hacia la cocina, se metió en la cama, cerró los ojos y esperó. Los párpados empezaron a temblar, los pies a congelarse y el sudor helado a surgir. Depronto ella escuchó algo dentro de su habitación, algo extraño y muy leve. Intentó poner más atención a aquel sonido, pero los oídos le zumbaban y decidió olvidarlo.
Estando ella desesperada por conciliar el sueño, con los ojos exprimidos y la almohada ya empapada sintió que un lado de su cama se hundía, como si alguien se hubiera sentado justo en la orilla, pero no quiso mirar, dando por hecho que su imaginación la estaba traicionando. La figura que se había sentado se acercó poco a poco a ella y cuando estuvo a punto de chocar su nariz con su frente dejó plantado un beso que le dejó los labios salados y resecos. En ese instante despareció. Y ella sobresaltada se levantó de un brinco. Al no ver a nadie en la habitación, se volvió a recostar y cerró nuevamente los ojos. Y durmió.

Friday, August 15, 2008

El del árbol.

Seis de la mañana. Frío. Sueño. Hambre. Asco. Cansancio. Dolor de muelas. Pastillas. Luz. Y luego viene la parte bella. Regreso. Tráfico. Tiempo: cuarenta y cinco minutos. Hambre. Sed. Y vuelve la parte bella. Sueño de nuevo. Pereza. Camino. Baches. Saludos. Risas. Gritos. De nuevo la parte bella. Flores, blancas, ¿las compro?. No. Agua de limón. No la bebo. Desorganización. Corage. Tensión. Emoción desagradable. Frío (por adentro). ¿Y la parte bella? Soledad. ¿Real? No lo supe. Llanto. Coche. Llovizna. Gritos. Lágrimas. Un abrazo. Despedida. Lluvia. Música. Llanto. Soledad. Manos heladas. Pies también. Alma... también. Gritos bajos. Rechinido de puertas. ¡Basta! Otro abrazo; el de un árbol.

Thursday, August 14, 2008

¿Qué día es hoy?

Todos los días en los que te levantas están numerados, cada uno con su código especial e irrepetible; porque cada día es irrepetible, o eso dicen. No solamente el día está fichado, también las horas y los minutos. Cada momento tiene un número, una fecha, una hora. ¿Qué día es hoy? Suele la gente preguntarse cuando despierta. Las actividades están programadas, todas puestas en un número exacto o aproximado, pero al final: un número. Lunes, martes, miércoles. ¿Qué pasaría si no estuviera todo contado? ¿Si nada se registrara? ¿Si el tiempo corriera libremente, sin ninguna medida, parámetro, atadura? Todo sería tan distinto. No sé si sería bueno, pero sí diferente. Jueves, viernes, sábado. Todos los días saben diferente, huelen, se sienten; unos mojan, otros queman, y hay algunos que nada más te miran mientras lentamente van caminando lejos para ser luego archivados por unos y olvidados por otros.
Hoy tiene un número y una hora, en algún lugar de éste espacio se registrará esa información, pero a mí no me importa, ni la hora ni el día. Yo solo sé que el día fué bueno y la noche será mejor.

Tuesday, August 12, 2008

Cuéntame un cuento.

Brucilla: Cuéntame un cuento.
X: ¿De qué lo quieres?
Brucilla: De lo que sea, no me importa mucho la verdad, un cuento que trate de cualquier cosa.
X: Pero, no me sé ninguno.
Brucilla: Invéntalo, no tiene que ser uno ya hecho. Los cuentos frescos siempre son mejores.
X: Esque... no se me ocurre nada ahorita.
Brucilla: Por favor, aunque sea cortito.
X: ¿Por qué quieres un cuento?
Brucilla: Porque cuando me cuentas uno mi mente vuela hacia otra realidad, porque veo lo que hay en tu imaginación, en tu cabeza y muy profundo en tu alma. Porque sé que te esfuerzas en que quede bien hecho, porque tus cuentos son únicos. Porque tú eres único. Porque tengo ganas de soñar con ese cuento, que no se si me contarás, y con tu voz en el fondo contándomelo. Porque si hay algo que me salva en un día como hoy; con cielos amarillos y nubes rosadas son tus cuentos.
Y con una sonrisa franca, la mira y dice muy bajito:
X: Había una vez...

Sunday, August 10, 2008

Cita 1.

"Bien dijo Lupercio Leonardo, que bien se puede filosofar y aderezar la cena. Y yo suelo decir, viendo estas costillas: 'Si Aristóteles hubiera guisado, mucho más hubiera escrito.' "

-Sor Juana Inés de la Cruz.

Wednesday, July 30, 2008

Al faro

Tengo ya lista la bolsa de piel desde hace unos cuantos días. En ella metí todo lo que creo que puede ser útil en alguno u otro momento. Ya sabes, cosas como un mapa, calcetines extra, un gorro impermeable (como los que usan algunas veces los pescadores cuando hay tormentas en el mar), también unas nueces, guantes, una brújula, una cámara, la bufanda gruesa y larga (esa que se me arrastra cuando la uso suelta), puedo meter té, chocolate o café caliente, o en realidad lo que tú prefieras; los tres pesan los mismo y caben perfectamente.
Si quieres voy callada todo el camino, no me importa guardar silencio un rato y si prefieres platicar sobre algún tema importante puedo hacerlo con moderación y elocuencia, creo que ya aprendí a hacerlo. O también podríamos practicar hablar de cosas sin ninguna relevancia.
Tengo ya en la imaginación retratado ese momento, con el viento fuerte, muy fuerte en mi cara. Con la noche, tarde o mañana pasando muy lentamente, con el tiempo tan espeso que es posible sentirlo escurrirse entre los dedos de una mano tendida al frente, con un rugir constante en los oídos, con el frío tan dentro que hace nevar el alma. Así lo imagino, así quiero que sea.
Muchas veces he querido desafiar a las fuerzas del mar desde lo alto, ver cómo intentan derribarme furiosas las olas saladas, sollozando y llorando de tal forma que su sal llegue hasta mis labios para poder probarla, para resecarlos, hasta mi pelo para opacarlo, hasta mis ojos para empañarlos.
Llévame una sola vez, puedes quedarte abajo si quieres, puedes parar lejos y yo caminaré (mis botas no cansan cuando camino entre la lluvia). Porque quiero verme arriba del azul furioso y al mismo tiempo abajo de las nubes, intentar alcanzarlas con los dedos encrispados y gélidos, exhalando humaredas de vapor con los ojos cerrados. Llorar entre el ruido y el silencio, reírme con el viento a carcajadas, suspirar, suspirar y suspirar hasta que no me quepa más aire.
Si me llevas te contaré todo lo que me diga el cielo, las nubes, lo que me grite el mar y lo que susurre el viento. Si me llevas será la última vez, te lo prometo.

Monday, July 14, 2008

Fuera del cuarto

Solamente sería una noche la que yo pasaría de acompañante en el cuarto del hospital y la debía aprovechar. Mucha gente me dijo que les daban miedo los hospitales, en especial de noche.

"Como que se siente un, no sé, una vibra mala, como de muertos."

Y yo quería comprobarlo. Sabía que sería una noche larga de todas maneras, que casi no podría dormir por el paso de todas las enfermeras y sobre todo para poder cumplir mi misión consistente en vigilar a la paciente recién salida del quirófano. Así es que decidí armarme de valor y salir, eventualmente, de mi habitación designada hacia los pasillos oscuros del segundo piso del hospital.
Por ahí de las doce de la noche con treinta minutos pasados supe que era la hora perfecta. Me amarré el pelo en una cola de caballo- para que, por si había que correr, no me estorbara la melena-, me puse las pantuflas y me aseguré de que mi acompañante estuviera profundamente dormida- lo cual no era difícil con el arrullador ronroneo del dispensador de sueros.
Cuando llegué hasta la puerta cerrada tomé la redonda manija de aluminio y con un enorme suspiro abrí la puerta con los ojos cerrados y finalmente di un paso grande; estaba ya oficialmente afuera de la habitación.
Cuando abrí los ojos me encontré parada en un pasillo levemente iluminado por una luz verde que quién sabe de dónde venía, pero que hacía parecer al suelo mucho más viejo y maltratado de lo que se veía con las luces encendidas. El ambiente tenía un olor repugnante a medicamentos mezclados y una de las puertas en las que terminaba el pasillo estaba entre abierta y dejaba correr de vez en cuando una ráfaga de viento que revolvía las hojas de los cuadernos que las enfermeras y doctores habían dejado en el escritorio de la entrada. Fue cuando yo estaba analizando el terreno que escuché unos pasos que se aproximaban desde las escaleras ennegrecidas tanto por la noche que la oscuridad se podía sentir con los dedos. No quise averiguar quién sería el dueño de los pasos y aterrada entré de nuevo en la habitación dando un repentino paso hacia atrás.

No podía rendirme por unos pasos solamente, así es que busqué cualquier cosa que me pudiera ayudar a defenderme y salir de ahí de una vez. Lo único que había cerca era una jeringa y unas tijeritas que alguna enfermera había utilizado para abrir el paquete nuevo de algodones. Las tomé en una sola mano y de nuevo abrí la puerta de golpe, para no sentir los escalofríos que me producía tomar la manija helada. Cuando estuve de nuevo en aquel pasillo me armé de valor y apretando mis nuevas armas de guerra caminé hacia el lado opuesto de la puerta entreabierta. No se oía nada, excepto los sonidos de voces provenientes de los cuartos en los que seguían reproduciendo películas, pero eran muy bajos como para ser notados sin parar en cada cuarto y escuchar sosteniendo la respiración. Poco a poco mis pasos se fueron haciendo más lentos y pausados con forme me iba acercando a las escaleras y cuando estuve frente a ellas evité mirarlas de frente, mejor me puse a leer detenidamente la descripción de la cirugía que había sufrido el hombre de la habitación 230 para distraer los escalofríos que sentía desde mi estómago. Mientras iba en la parte de las medicinas que debían administrársele los pasos que me había hecho volver a la habitación se volvieron a escuchar, y venía desde abajo de las enormes escaleras de servicio. Armándome de valor cerré la puerta que conducía a ellas y esperé con la jeringa en una mano y las tijeritas en otra. Sentí como un sudor frío comenzaba a brotar de mi frente, y un leve temblor invadió mis rodillas. Los pasos cada vez se escuchaban más cerca y más cerca. De un golpe se detuvieron, justo en frente de la puerta. Esperé a que se abriera, a que aquella bestia del más allá, seguramente, embistiera en mi contra con deseos de llevarme con ella hasta el fin de los tiempos...
... o al menos eso pensé, ya que la puerta nunca se abrió. Intenté escuchar mejor e hice mi respiración más pausada y ligera, pero mis intentos fueron en vano, lo único que se oía era la ráfaga de viento que entraba desde el otro extremo del pasillo. En realidad pasó muy poco tiempo en ese silencio incómodo y aterrorizante antes de que se escuchara un fuerte suspiro del otro lado de la puerta e inmediatamente después la persona, monstruo, espíritu o alienígena que estaba del otro lado de la misteriosa puerta se echó a correr escaleras arriba hasta que su chancleteo se disolvió en el frío aire de la noche.

Sin pensarlo dos veces me alejé en cuanto antes de aquella puerta hasta llegar a la parte de la salita de espera, que estaba llena de silloncitos de patas cortas con tapices monótonos y aburridos. Me desplomé en uno de ellos para olvidar la aventura pasada y tratar de convencerme de que el miedo y el sueño, principalmente, ya se habían ido. Mis párpados pesaban, pero yo no podía rendirme ahora, ya había durado media hora entera fuera de mi habitación en un hospital, solitario y a altas horas de la noche.
Poco a poco fui recobrando fuerzas y me levanté del sillón para hacer el último recorrido de la noche; el otro lado del pasillo en el que había una máquina de refrescos de cola, una de café instantáneo, una especia de cuarto abierto lleno de sillas de ruedas y camillas y unos pocos metros más allá la puerta que se abría cada vez que el viento intentaba entrar desesperado.
Me armé de valor, una vez más, y con paso rápido para terminar de una buena vez con todo el asunto aventurero me acerqué hasta llegar a donde estaban las máquinas y paré para escuchar si había algún sonido novedoso, el cuál no existía. Avancé hasta el cuarto de las camillas y ya estaba a punto de cruzar la eterna puerta abierta cuando llegó hasta mí un olor espantoso y desconocido. El olor venía del cuartito y podría confundirse en cierto momento con el olor del formol en un laboratorio, pero éste era mucho más intenso y desagradable. Intenté no respirar pero el aire se me fue cuando escuché que había algo, o alguien dentro de ese cuartito. Sin saber qué hacer apreté la jeringa en mi mano derecha y la sostuve en el aire frente a mí en forma de defensa personal.

“¡¿Quién anda ahí?!” Dije con el tono de voz más aterrador que se me pudo ocurrir y que pude alcanzar a emitir en ese momento. Pero no tuve ninguna respuesta, en cambio el ser que se encontraba dentro de aquella habitación comenzó a mover las camillas bruscamente, provocando que sus rueditas rechinaran escalofriantemente. El aire entraba cada vez más y mis rodillas temblaban hasta un punto en que me hicieron sentir un dolor punzante e insoportable. No esperé más y salí corriendo hasta la puerta abierta, ya que no estaba nada lejos, pero de ahí escuché un grito desgarrador entrar junto con la ráfaga entrante de aire gélido acompañado por un ejército de hojas secas furiosas que me golpearon en la cara de improvisto. Terminé estrellándome contra el cristal traslúcido de la puerta y cerrándola de golpe. Ese mismo instante salí corriendo lo más rápido que me lo permitieron mis piernas cansadas y en el momento en el que pasé por en frente del agujero del cuarto de camillas cerré los ojos y confié en mi puntería lanzando la jeringa hacia la oscuridad. Seguí corriendo hasta llegar a mi habitación, abrí la puerta y entré con una dificultad tremenda al respirar...

...la paciente me miró con los ojos tremendamente abiertos, ya era hora de su medicamento.

“¿Qué fue lo que pasó? ¿Dónde estabas?”“Luego... te cuento.” Respondí mientras me metí entre las ásperas sabanas blancas que cubrían el sillón del cuarto número 213. Y caí profundamente dormida.

Monday, June 23, 2008

Algo azul y un poquito húmedo.

Las botas se habían quedado afuera y la tormenta ya había llegado justo antes de aquel momento en el que el cielo empieza a entintarse. El hule azul hacía que las gruesas gotas y pedazos de hielo resabalaran con facilidad, pero por dentro estaban empezando a inundarse sin remedio. Dentro no había tanto frío como parecía, pero las cortinas a medio cerrar hacían que la estancia se tornara azulada y hasta lila en algunas ocasiones. La electricidad no era una opción viable, podía resultar peligrosa con tantos relámpagos silenciosos cayendo por los caminos.
A la puerta tanta lluvia no le sentaba nada bien, su pintura azul pálido ya estaba cediendo y se empezaba a ver la capa verde de la pintura anterior en las esquinas. Debajo de ella había ya un charco lo suficientmenete grande como para humedecer el tapetito de la entrada. Los cristales crujían, algunas tejas se rompían y nadie hacía nada al respecto, el cielo azul había ido a otro lado.
Había unas florecillas color azul rey, sobre la mesita de noche, que se estremecían como temblando por el miedo, o la emoción; siempre es cuestión de enfoques. La cama estaba deshecha completamente; las sábanas revueltas y echadas en el suelo parecían una montaña de nieve azul pálido. Había también plumas azules del pajarito que escapó la mañana anterior, tazas sucias en el fregadero, también azules, listones de seda en el tocador... azules.
Tmabién había algo más: unos ojos, que no eran azules, sino más bien marrones y oscuros, que miraban a travéz de la ventana hacía el jardín que antes del granizo había estado coronado de lirios e iris (azules), esos ojos veían más allá de la reja que rodeaba la casa, más allá del árbol lleno de nidos y más allá del auto viejo color azul oscuro que reposaba ahí desde hacía tanto tiempo. No eran azules, como el vestido de su dueña, ni como el pelaje de su gato, ni como las escamas de su pez, no eran azules, como todo lo demás.

Thursday, June 12, 2008

Se fué la luz

-Esta noche, no habrá luz.
-¿Ni estrellas ni la Luna?
-No, no hbrá luz. Punto.
-Bueno.
A las siete de la tarde aproximadamente todos empiezan a correr a sus casas como si de eso se tratara la vida que traen colgando. Unos más rápido que otros, y esos otros más lento que los demás, pero eso no impide que la ciudad se empiece a guardar. Hay algunos despistados que se quedan un rato más afuera, pero al fin y al cabo, en algún momento pretenden entrar.
Las ocho empezaron y el sol que apenas se ve entre tanta nube también quiere largrse ya. Poco a poco todo se vuelve un poco más azul, gris. La gente se mueve cada vez más rápido, por lo general no le gusta ser alcanazada por sorpresa cuando de la noche se trata. Las ratas salen a los basusreros; ya nadie las va a sorprender robando comida, no hay ni un sólo pájaro que se aventure a volar fuera de su nido, árbol o hueco en alguna pared descuidada o techo raído.
El gris se va volviendo más morado y todo se hace lento y pesado, congelada e inmóbil la ciudad se queda con forme las nueve van llegando poco a poco, escurriénose por las calles e invadiendo de olores, la verdad repugnantes, todo el aire que se puede respirar.
Finalmente todo queda en silencio, nadie se ha dado cuenta que las luces que roden las calles no se encienden, ni tampoco las de los cuartos de los niños, ni las lamparitas de noche de los abuelos, ni tampoco funcionan las plantas de elecricidad, ni brillan las estrellas- aunque eso no es novedad- ni ha salido a saludar la Luna. Todo está a oscuras.
-Dijo que se iría y se fué, efectivamente.
-Ya sé, le tengo miedo a las sombras.
-Pero, ¿no te dijo que ahí estaría? ¿Que lo buscaras?
-Algo así, pero el miedo no se va.
-Mira, debajo de tu cama... toma mi mano para que no te caigas.
-Gracias, ¿qué hay?
-Una sorpresa.
-¡Ya las había olvidado! ¡Gracias!
Brucilla sacó de debajo de su cama una esferita que brillaba tenuemente, la tomo entre sus dedos y el brillo fue aumentando, quitándole el lugar al miedo.
Esa noche no había luz, pero la niña y su Kube la tenían en un rinconcito de un cuarto encerrado, en una casa desconocida de la ahora negra ciudad que permanecía en sielencio mientras esperaba la hora de despertar con la llegada del nuevo día, de la luz.

Thursday, June 05, 2008

Irreconocible

Hoy en la tarde estaba lloviendo y vi a mi nube en el cielo. Hace mucho tiempo que no me visitaba y casi no la reconocí, pensé haberla perdido, junto con muchas otras cositas del estilo; pero no. Ahí estaba, su única diferencia fué su vestimenta; ahora flotaba gris y pesada. Aún en esas condiciones me alegré de verla y salí corriendo a su encuentro. Estaba tan baja que casi pude tocarla y me dí cuenta de que temblaba un poco- seguramente era el frío-.
Antes de salir, me dió tiempo de tomar algunos objetos importantes con los cuales no podía yo partir con ella; una esferita con un regalo brillante dentro, una pluma negra, un frasquito transparente lleno de un líquido salado y letal, un iris blanco en el pelo y una hoja en blanco. Después de meter todo eso con intensivo cuidado al morral de siempre trepé a mi nube y me recosté, echa un ovillo, como me gusta.
El aire se enfriaba con forme avanzábamos lentamente, pero no parecía importar. Me llevó tan lejos como siempre quise, llovió conmigo arriba y me abrazó cuando caí dormida. También susurró algunas cosas a mi oído, en sueños claro, y todas ellas yo las iba anotando con la pluma, usando mi líquido transparente como tinta, en la hoja en blanco.
Y pasó el tiempo, y pasó el tiempo...
Lloré con mi nube y algunas veces también me reí- lo que hacía que se pusiera blanca como la nieve recíen caída- yo quería a esa nube, la quiero todavía.
Y pasó el tiempo, y pasó el tiempo...

Monday, June 02, 2008

¿Para qué?

Brucilla recostó su cabeza en el suelo y miró el cielo el slencio. Ahí estaban todas las estrellas, completas, todas juntas brillando, calladitas. Ella nada más las vió, no quiso hablarles, ¿para qué? Y luego dejó de observarlas, y dirigió su mirada hacia la luna, que le sonreía, pero ella no se la devolvió, ¿para qué?. Buscó algo en ella, tal vez una sombra donde pudiera subir a descansar, pero no encontró más que luz, que cansó sus ojos y terminó por cerrarlos.

Después de un tiempo, se incorporó y extendió su mano al frente, quería que alguien la tomara, pero sus esfuerzos fueron en vano. Con los ojos serios se puso de pié y caminó sin rumbo, sin mirar a la luna, ni a las estrellas, ni al camino, ni sus manos, ni sus pies, ni los de nadie más. ¿Para qué?
Prontó llegó a ningún lado, se acostó de nuevo en la hierba y volvió a cerrar los ojos, las manos, los oídos, los labios y el corazón. ¿Para qué? Y finalemente cayó profundamente dormida.

Y mientras su mente corría, se tropezaba y levantaba una voz grave y tenue le dijo al oído, sin que ella se diera cuenta: "mañana será otro día".

Saturday, May 17, 2008

Tengo sueño

Tengo sueño, mucho sueño. Siento dentro de mí esas cosquillitas escondidas que hacen que bostece deliciosamente de vez en cuando. Tengo tanto sueño que me estoy empezando a imaginar cuál será el tema de mi sueño esta noche, hay tanto de dónde escoger, pero la mejor parte es que lo que escoja nunca será lo que sueñe.
Tengo sueño, y ganas de dormir en los brazos de alguien. Y eso es precisamente lo que voy a hacer. Dormir e irme lejos, respirar lento, hecha un ovillo debajo de las sábanas blancas, esperando que nunca llegue la mañana y que nunca se me quite el sueño; que me da esos escalofríos que llegan a gustarme. ¡Qué rico es tener sueño, tanto sueño!

Llegó la hora, recuesto mi cabeza en la esponjada almohada. Cierro los ojos. Buenas noches.

Monday, May 12, 2008

"Florilegio"

Dentro de mí hubo una vez silencio, uno muy largo y profundo. Era uno de esos que te hacen sentir una paz oscura y fría no deja nada más que vacío, y todos saben que el vacío es frío.
Hubo una vez ese silencioque me invadió de pronto, sin decirme cuándo, ni dónde no mucho menos porqué; solamente vino, duró un rato, lo suficiente para darme cuenta de que me gustabay luego partió, abriéndole la puerta al color rojo, al naranja, amarillo, dejando entrada a los sentimientos y al calor, pero sobre todo: al ruido.
Alguien me llamó sin palabras y al girar la cabeza me encontré con esa conocida mirada oscura y me invitó a caminar sobre su arenal. Yo no lo pensé mucho tiempo y acepté la invitación, mirando cómo los dedos de mis pies se hundían muy poco en aquella arena fina haciéndome cosquillas, y sonreí arrastrando mi sobra proyectada detrás de mí.
Nostalgia preciosa, que me visita de vez en cuando para irla tomando de trago en trago y sorprenderme en cada uno. El primero siempre es salado, pero con forme el vaso de cristal delgado se va vaciando la dulzura invade mis sentidos, hasta convertirse en una ligera y sutil miel rosada que me embraga son tan solo sentir su olor. Pero cuando llega el momento en el que ya no quiero terminarla el último trago trae consigo un alivio que nunca pude explicar; unas ganas de abrir los ojos y seguir, seguir siendo, seguir bebiendo, seguir juntando, seguir sonriendo, seguir suspirando.
Me miré después de un rato en el espejo, ésta si sería la última vez (lo pometí). Y ahora, el vestido largo y suave había desaparecido, había vuelto a cambiar (de una pijama vieja a una toga blanca, de la toga blanca a un vestido raído y negro, del vestido negro a una falda gitana, de la falda gitana a un vestido anaranjado, suave y sedoso) y ahora el resultado me sorprendió aún más. No era algún disfraz muy elaborado, por el contrario. Me sorprendió sentirme tan cómoda, me sorprendió que me gustaba, me sorprendió que esa era yo; botas de hule, pantalones rotos, playera estampada y abrigo corto y negro, el pelo alborotado y largo, todo en orden, todo en su lugar. Así me gusta (no poqrue las pasadas estuvieran feas, sino porque así soy yo). Así me quedo (y no me voy a volver a ver en el espejo un buen rato).

Wednesday, April 30, 2008

El único secreto

"Estar en el mundo sin ser del mundo"

Saturday, April 26, 2008

Cucarachito

Estando sentadita, con los pies adoloridos en la sala de espera del doctor, se encontró con un chamaquito de unos cuatro años nada más; que jugaba y se empezaba a desesperar de tanto estar esperando. Ella lo miró y lo mandó llamar con un gesto de la mano y el niño, después de varios intentos, se acercó muy tímido pero con la mirada juguetona bien brillante.

-¿Cómo te llamas?
-No lo sé.
-¿Cómo que no sabes? ¿No te llamas Pepe? ¿Pedro? ¿Juan?- Pero el niño nada más decía que no con la cabeza.
-¿Entonces, cómo se llama tu papá?
-No sé.
-¿Y tu mamá?
-Tampoco sé.
-Y, ¿cómo los llamas entonces?
-Mamá y papá.
-Y, ¿ellos cómo te llaman a ti?
-A mí nadie me llama.
-¿Entonces? ¿Nada más te señalan?
-Sí.
-Bueno, ¿por qué no te ponemos nombre? ¿Qué te parece "ratoncito"? Con esos dientes te queda muy bien ese nombre.
-No.
-¿Qué tal "pajarito"? Seguro que cantas muy bonito.
-No.
-Bueno, a ti nada te parece bien- dijo impacientándose un poquito.

-No, yo me llamo Cucarachito.

Y sin poderlo evitar sonrió y el Cucarachito se la devolvió y salió corriendo...

El árbol en la burbuja

Yo sentía que me moría, el agua se agitaba con estruendo y yo ya no veía por dónde salir. De nuevo el mar de hierro me había atrapado, y ésta vez parecía ser la última. Mi pecho estaba a punto de explotar, o por lo menos eso yo sentía. Depronto me dejé llevar, omití todos los esfuerzos por salir a la superficie y pensé que me había rendido. Pero al abrir los ojos encontré algo que nunca me imaginé; había ahí, frente a mí una enorme burbuja conteniedo un árbol retorcido en su interior. Mi curiosidad le ganó la batalla a la incredulidad y decidí entrar en la burbuja. Nadé hasta ella y pude entrar con un poco de esfuerzo.
Ahí dentro no se escuchaba nada, todo era silencio, y había sufiente aire para sobrevivir. Todo era paz bajo el árbol en la burbuja, todo era paz.



Para una negra, que algunas veces me acompaña en el mar de hierro
y planta árboles dentro de burbujas.

Wednesday, April 23, 2008

Una frase nada más

"Y eso que yo, paro no agobiar conflores a María, para no asediarla con mi antología de sábanas frías y alcobas vacías, para no comprarla con bisutería, ni ser el fantoche que va, en romería,con la cofradía del Santo Reproche, tanto la quería, que, tardé, en aprender a olvidarla, diecinueve días y quinientas noches."

-Joaquín Sabina

Sunday, April 20, 2008

Gracias, lo recibí.

Despué de abrir la riudosa puerta la ví, ahí puesta esperandome muy paciente, y no lo pude resistir, algo me llevo a sentarme encima de aquella piedra enorme, blanca y redonda. Cuando estaba yo sentada viendo el cielo medio nublado vino una ráfaga de viento, las hojas de los escasos árboles bailaron con él, el pasto se estremeció con las cosquillas que le hacía, y la calle se cubrió de polvo gris que voló por todos lados. Mientras yo intentaba observar todo el espectáculo con los ojos llenos de pólen y el pelo en completo descontrol, sentí algo en mi frente, muy cerquita de la ceja; era algo cálido y suave, que duró muy poquito pero que al mismo tiempo me dejó una sensación duradera. Giré a ver qué era lo que había sido y me encontré con que la bugambilia que estaba a mi lado me había dado un beso. Un beso. En la frente, como si supiera que son mis favoritos. No sé si fue enviado, porque no tenía remitente, o si fue nada más porque quiso. Pero al fin y al cabo: un beso es un beso.



Y si tú lo mandaste, gracias, lo recibí.



Saturday, April 12, 2008

Blanco y negro

¿Por qué blanco y negro?

Porque la luz no puede existir sin tinieblas.
Porque son los dos extremos perfectos.
Porque el misterio se revela en dichos colores.
Porque se nota elegante.
Porque significa sabiduría.
Porque es la dualidad eterna, en la que vivimos todos los hombres de la tierra.
Porque dentro de cada uno existen.
Porque dentro de mi existen.

Wednesday, April 09, 2008

¡Yo tengo flores de colores!

¡Yo tengo flores de colores!
Y también se me arruga la nariz y me tiemblan las manos, pero no importa.
¡Yo tengo flores de colores!
Y cuando voy al cine lloro y en el sillón me río, y me gusta.
¡Yo tengo flores de colores!
Y bailo en las calles, y grito en las plazas, pero no importa.
¡Yo tengo flores de colores!
Y quisiera ser un pez y la arena me irrita, y me gusta.
¡Yo tengo flores de colores!
Y no me gusta cantar, y soy muy explosiva, pero no importa.
¡Yo tengo flores de colores!
Y a veces sonrío sin saber y otras abrazo muy fuerte, y me gusta.
¡Yo tengo flores de colores!
Y la luna me mira y el sol me quema, pero no importa.
¡Yo tengo flores de colores, de muchos colores y por eso: soy feliz!

Friday, April 04, 2008

Despedida de una calabaza

Decía tantas cosas lindas, pero finalmente el jardín se marchitó sin remedio alguno. Poco a poco se cerró la oxidada puertita de la reja con un leve rechinido. La princesa respiró hondo, no pudo llorar- sus lágrimas se habían acabado- y en el tiempo que duró ese suspiro recordó a aquel caballero y con el corazón encojido se durmió dentro de aquél caparazón anaranjado para esperar ser despertada como en los cuentos: con un beso de verdadero amor.

Sunday, March 30, 2008

Espera

ESPERA: significa dejar pasar el tiempo para que algo suceda. Significa crecer en paciencia. Significa saber que algo más va a suceder. Significa confiar. De ahí se deriva la palabra "esperanza", o viceversa. Significa sentarse en un sillón a ver el tiempo correr y escapar, algunas veces lento y otras rápido. Significa distraer la mente para que el pánico no nos consuma, o quizás la emoción. Significa temblar y algunas veces no dormir. Significa nervios (gastritis, colitis, uñas mordidas, pelo arrancado, ojeras, rostros demacrados y falta de apetito). Significa ansiedad. Significa tranquilidad y seguridad. Significa reflexión. Significan sueños. Significa gusto y alegría. Significa suspenso. Significa observación. Significa futura aventura, o futuro fracaso. Significa que siendo humanos no tenemos idea de lo que pueda venir después de una espera, pero que de todos modos lo vamos a aceptar o tal vez rechazar, significa que hemos de hacer lo mejor que podamos con lo que sigue y no perder todo ese tiempo que se gasta en esperar, significa que algunas veces es lo más difícil, pero cuando así sucede es porque algo bueno va a venir, significa que muchas veces es aburrido, y otras emocionante, pero todas las esperas valen la pena, porque sin ellas no estaríamos listos para lo que viene después.

Friday, March 28, 2008

Inmensa reflexión

He borrado y escrito esta entrada fácil unas cinco veces, es hora de plasmar lo que realmente quiero decir citando a Gabriel García Márquez en la penúltima línea de: "El coronel no tiene quien le escriba":


"-Mierda."

Monday, March 24, 2008

¿Memoria?

"No, se me olvidó."





-Ahora Anónimo

Saturday, March 08, 2008

Me gusta

Me gustan los peces, me gustan las escaleras, me gustan las estrellas, me gusta la luna, me gusta la lluvia, me gusta la espuma, me gustan los gatos, me gustan los cactus, me gusta el desierto, me gusta el frío, me gusta el mar, me gustan las plumas, me gusta viajar, me gustan las flores, me gusta el blanco, me gustan los vestidos, me gusta el cine, me gusta pensar, me gustan los libros viejos y los nuevos también, me gusta quedarme, me gustan las cobijas naranjas, me gusta el pasto bajo mis pies descalzos, me gustan los lápices amarillos, me gustan las hojas en blanco, me gusta la tinta azul, me gusta el sonido de las fichas de dominó sobre una mesa de cristal, me gustan las calabazas, me gustan las burbujas, me gusta cocinar, me gustan los círculos, me gusta el agua, me gusta llorar, me gusta pintar, me gustan los calcetines, me gustan las pecas, me gustan los anillos, me gustas tu, me gusta el tiempo, me gusta el jugo de naranja, me gusta reir, me gustan los espejos, me gustan las bodas, me gusta la música de noche, me gusta la luz, me gusta escribir, me gusta gritar, me gusta el silencio, me gustan los iris blancos, me gustan las pipas, me gusta el terciopelo negro, me gusta el olor a gardenia, me gustan las mañanas, me gustan las cajas, me gusta luchar, me gusta el amor, me gusta la crema, me gusta el crème brulée, me gustan las fotos, me gusta la arena, me gusta el cristal, me gustan las tazas, me gusta el té, me gusta estar, me gustan las almohadas, me gustan los osos de peluche, me gusta volar, me gustan los eclipses, me gustan los cuentos, me gusta caminar, me gusta inventar, me gusta mi nube y todas las demás también, me gusta dormir, me gusta soñar, me gusta regalar, me gustan las pantuflas, me gustan las manos frías, me gustan las bicicletas, me gusta la tierra mojada, me gusta ser.

Saturday, February 23, 2008

Decía cosas lindas

Ella decía que era un jardín, que empezaba de nuevo a ponerse verde y hermoso. Decía que pronto volvería a ser tan frondoso y acogedor como antes, que la puerta volvería a abrirse y la rejita dejaría de rechinar. Decía tantas cosas lindas... Decía que su cuarto volvería a tener flores, y que sus mejillas no estarían saladas nunca más. Aseguraba que se pondría más bonita y naranja que antes, y que, de nuevo, bailaría lentamente cuando la luna estuviera llena. Decía tantas cosas lindas... decía tantas cosas lindas.

Monday, January 14, 2008

Suspiro

Hace poco me han pedido que dibujara un suspiro. Me pareción una petición algo extraña pero después de un rato de pensarlo tomé un color y dibujé, como me lo pidió, un suspiro, de esos que casi siempre veo en mi habitación cuando llueve. He aquí el resultado: