Monday, September 24, 2012

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La luz entra plena. Tanto que lastima pupilas y traspasa la piel. Por un lado hay sombra: en el dorso de las manos. Lo negro estaba ahí, muy quieto. Luego vino una caída, varias. Y con ellas vino la luz en vapor de agua. Entró por las plantas de los pies y no salió. Todos los poros rellenos del blanco y los dorsos sombreados. El vapor elevó y perforó la piel, los ojos húmedos y las palmas abiertas. Gas de luz que quiebra huesos al hinchar pulmones. La sombra sigue ahí, ahora expuesta. Las palmas blanqueadas toman los dorsos oscuros. La luz es tanta que hiere y los ojos gotean con párpados abiertos.