Wednesday, October 11, 2006

Ahí arriba todo era bueno

Más que un esfuerzo era llegar hasta arriba, pero siempre pensó que valía la pena y nunca se rindió. Escalon tras escalon, a paso seguido, observando cómo las ventanas iban escaceando y cada peldaño se hacía más angosto al avanzar. Finalmente se detuvo ante una puerta abierta, por la cual entraba una radiante luz blanca. Inhaló con un profundo suspiro para recuperar el aliento y dió un paso hacia adelante.
Ahí arriba todo era silencio, el viento no decía nada al pasar, no había pájaros que interrumpierar su caminar. Ni siquiera los latidos de su corazón rompían el inmenso silencio. Pero ella no había subido hasta allá para estar sola, y no lo estaba. En cada esquina alguien la esperaba con una expresión de asombro y sombría alegría. La miraban sin parpadear y algunos hasta con la boca completamente abierta. Cualquiera habría huído sin pensarlo dos veces al ver a las grises criaturas inmóbiles pero ella, todavía asombrada, miró hacia abajo y al ver que se encontraba respirando el aire helado desde una altura considerable sonrió. Cerró los ojos y dejó que sus huéspedes hablaran en silencio con su corazón. Hicieron preguntas, contaron historias, cada uno algo distinto.
Para no interrumpir tan interesante diálogo, se asomó para ver la increíble estructura desde arriba; era de sólida piedra blanca que se levantaba en el suelo como si fuese una nube. Tres puertas distintas a escojer y a un lado, medio escondidas, estaban las esclaeras que conducían a aquel paraíso de piedra. Por todas partes se descolgaban figuras congeladas, algunas dichosas de estar ahí y otras simplemente atrapadas en las paredes.
Caminó un poco hacia el otro extremo y observó con detenimiento la torre negra que se alzaba a sus espeldas, delgada, afilada y puntiaguda, no entendió el porqué de su color, pero sí se dió cuenta de que estaba decorada con pequeñas figuras que le miraban implorando misericordia. Soltó una lágrima por ellos, ésta rebotó en el suelo y rápidamente el viento la recogió.
No le hacía falta nada ahí arriba, parecía estar completamente sola, pero los ojos del cuerpo no muestran lo que el alma quiere ver...