Friday, April 04, 2008

Despedida de una calabaza

Decía tantas cosas lindas, pero finalmente el jardín se marchitó sin remedio alguno. Poco a poco se cerró la oxidada puertita de la reja con un leve rechinido. La princesa respiró hondo, no pudo llorar- sus lágrimas se habían acabado- y en el tiempo que duró ese suspiro recordó a aquel caballero y con el corazón encojido se durmió dentro de aquél caparazón anaranjado para esperar ser despertada como en los cuentos: con un beso de verdadero amor.

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