Todos hemos visto a la muerte, aunque sea una vez. Ya sea presente en un hombre (o mujer) con su tradicional capucha negra, figura esbelta, manos huesudas (si no es que esqueléticas) sosteniendo una oz de aperiencia amenazadora y algunas veces con una especie de humo (o hielo seco) rodéandole los pies mientras camina hacia alguien o simplemente posa para el dibujo, impresión (playeras, banderas, escudos, portadas, etc.), pintura, fotografía.
Hoy se vió a la muerte en plena luz del día, sentada, como si estuviera esperando a que la lluvia pasara, como el resto de los transeúntes que deambulaban por el centro de la ciudad como a eso de las dos de la tarde. No parecía buscar a nadie, o tal vez sabía disimular perfectamente el aburrimiento que le pesaba recargando su cabeza encapuchada sobre un puño cerrado. Poco tiempo pasó antes de que un elegante sujeto, de la época romántica vestido con un impecable traje azul con medias blancas, la cara empalidecida y una peluca en la mano, se sentara justo a un lado del encapuchado negro.
-¡Qué lluvia!
-Si, parecía estar despejado.- Contestó en un susurro la muerte.
-Si, espero que pase rápido, está empezando a refrescar.
-Yo no tengo frío.
-Bueno, ¡cómo vas a tener frío con semejante capa!
-Si.
Y, como suele suceder después de una conversación forzada, el hombre, sintiéndose incómodo por el silencio de su nuevo acompañante, tomó su peluca de nuevo juntó sus cosas y se fue.
Todo lo anterior sucedió el domingo a medio día en la calle de Fray Pedro de Gante en el Centro de la Ciudad, y para los incrédulos he aquí la evidencia de que, muy rara vez, se puede dialogar con la muerte.
3 comments:
es cierto que es posible dialogar con ella aun que parezca un tanto aburrida y antipática, esa es una imagen que nos e ve a diario, pero vale la pena detenerse y contemplarla por unos segundos. ja ja ja estuvo chistoso (que cosas las que uno ve en el centro ¿no?)
Yey! yo estuve ahí! jajajaja...gran escena, muy original!!
¡Gracias por relatarla en tu blog!
Dos cosas:
Creo que la muerte se incomoda porque sabe que nadie quiere que ande cerca. De ahí que su small talk sea tan malísima.
Al contrario de la creencia popular, la muerte tiene ojos. Y son bellísimos, sólo que nadie quiere verlos.
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