Esta noche, mientras tomaba una copa grande y redonda de vino tinto caliente especiado, recordé. ¿Cómo fue que lo hice? Muy sencillo, encontré cartas, fotos, cuentos, todos viejos. Muchos eran tuyos, y recordé cómo te gusta escribir, pero también cómo te cuesta. Recordé como brillan tus ojos cuando cuentas una historia. Recordé la forma tan especial y ordenada de redactar tus cartas. Tus sonrisas en las fotos. Tu música. También me acordé de muchos momentos que pasamos juntos, otros en los que no hubiera querido que estuvieras y también en los que hubiera dado mucho porque hubieras estado ahí. Recordé cómo hablas, y cuánto hablas. Cómo abrazas. Recordé que en esa cabeza tuya caben tantas cosas que algunas veces no pueden salir todas al mismo tiempo. Y te desesperas. Y recordé cómo bailas y cómo brincas y cómo gritas también. Tu risa a carcajadas y la silenciosa, escasa, pero única. Cómo cuando te concentras clavas la vista en un punto fijo y no te mueves. También hubo momentos en los que no pude recordar cómo comes. Ni cómo bostezas. Ni cómo estornudas. Pero sí recordé qué es lo que haces cuando algo no te gusta, te molesta. Pude recordar perfectamente los reclamos que haces, los gestos de disgusto, tus miradas sarcásticas. Pero fue poco. Me entretuve mucho más tiempo contemplando en mi imaginación tu retrato cuando cierras los ojos. Todo eso recordé al volverte a leer, al volverte a ver en la pantalla. Cosas que estaban bien guardadas en una caja con la tapa roja, junto a otras muchas que el tiempo irá sacando en su momento. Por ahora te recordé a ti.
Cuestiones fundamentales
4 years ago
1 comment:
Recordar es vivir de nuevo.
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