Nadie sospechó que ese sería el día. Las calles se comportaban exactamente igual que cualquier mañana a las ocho, nueve o diez. La gente se movía con el mismo hastío que los caracterizaba desde hacía meses. El cielo no tenía nada especial, ni las nubes que en él se movían, ni los niños en las escuelas, ni los oficinistas forrados de traje gris. El sol caminaba por costumbre, hasta que dieron las cinco de la tarde. Fue entonces que lo inesperado sucedió: las nubes plomizas cerraron el cielo y se desató la primera lluvia formal del año con todo y todo. Sus olores a tierra mojada, sus calles chorreadas, sus tejados goteantes. El sonido juguetón que descubre la fiesta que armaron las pequeñas gotas de agua sobre la ciudad sorprendió a todos, algunos para bien y otros para mal, pero para la chica de las botas de hule definitivamente fue una de las mejores experiencias del año. Ella corría por las calles, pisando los charcos y salpicando todo a su alrededor. La ropa mojada pesaba y la melena suelta se enredaba mientras absorbía la lluvia como si fuera una esponja marrón.
Había esperando tanto tiempo ese momento que lo disfrutó hasta el último segundo, extendiendo los brazos y levantando la cabeza con los ojos cerrados, siempre sonriendo. La ansiedad que antes le había robado el sueño y había traído las pesadillas a su vida se estaba transformando en la euforia que le daba energías para brincar sobre los espejos temblorosos del pavimento. Las alfombras lilas de jacarandas crujían ligeramente bajo sus pies a cada paso. ¡Cómo había extrañado la lluvia y las flores en el suelo y las hojas agujeradas y el olor a tierra mojada! ¡Cómo disfrutaba la gélida sensación que la ropa pegada a su cuerpo provocaba! Los truenos y relámpagos le cantaron canciones al oído, le recitaron versos a susurros. Su piel estremecida había ya olvidado la resequedad del invierno y sus pestañas pesaban, contentas. ¡Y eso que Abril no ha llegado!
9 comments:
Ninguna fiesta, si todavía no hemos tenido primavera, casi pasamos del frío a las lluvias.
Bello, muy bello...
¿Acaso las botas eran verdes? ¿La lluvia se metió debajo de su piel? Para Abril será ella toda agua; fresca, suave,deseable y sobre todo aromática. Suertuda ella, la de las botas de hule.
¡Bien!
¡Visita mi blog que está muy solo, viejo y cansado!
Sabias que soy tu fan numero 1???
Sorprendetemente hermoso, mujer. Quedo boquiabierto ante la inocencia de esta mirada, recién hecha, como de estreno, del mundo. Qué hermosa sorpresa después de un día difícil. Gracias.
¡WOW! qué bonitooooo... y que conste que no me gusta que llueva, mojarme ni enfriarme.
Lo escribiste tan bello que me dio envidia tu fascinación por la lluvia.
La inocencia y el optimismo. Bonito. Bien.
Lo único malo de este post que, vuelto a leer me vuelve a poner una sonrisa, es que no puedes preguntar quién me ha robado el mes de Abril (Sabina, claro).
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