Varias semanas habían pasado y él seguía echado en la cama, boca arriba y con los ojos cerrados. La luz que se filtraba por las cortinas le quemaba la piel, ahora escamosa, pero aún no había fuerzas suficientes en su cuerpo herido como para arrastrarse hasta alcanzar la sombra completa. Los recuerdos que corrían por su mente eran vaporosos, como figuras de humo que de pronto se desvanecían. De vez en vez estiraba un brazo ensangrentado hasta alcanzar una esponja remojada dentro de un vaso con agua estancada después de tantos días de no moverse y exprimía pocas gotas sobre sus labios y otras más encima de la diminuta herida mortal que lo había derribado. El brazo inmóvil goteaba dejando las manchas escurridas por las sábanas percudidas, todas éstas regadas por el suelo en un desorden total. El olor era insoportable, no había ni una ventana abierta y las nuevas escamas color piel, al calentarse, despedían un hedor a carne podrida que provocaba nauseas con el simple hecho de imaginarlo. El dueño del desorden se hinchaba de rabia cuando lograba recordar las escenas de lo que había sucedido semanas antes, trataba de levantarse, pero el líquido que le había sido inyectado apenas estaba empezando su labor, cambiando todo su ser. Por las noches el frío lo hacía convulsionar, desgarrando las mantas que todavía lo cubrían. Ya no parecía un humano. El pelo grasiento, había crecido mucho más rápido de lo normal y los mechones pegados a su cara le dificultaban la respiración. Quería quitarlos, arrancarlos. Gritar, aullar para olvidar el ardor que lo envolvía. Arrancarse el brazo inyectado, abrir los ojos y salir de ahí. Los tatuajes que habían vestido sus brazos y espalda se habían quebrado en mil pedazos, mil fragmentos ásperos y cortantes. El tiempo le pasaba por encima, burlón, hasta que una noche, temblando de frío, abrió los ahora diminutos y apagados ojos verdes. Tenía hambre.
Cuestiones fundamentales
4 years ago
4 comments:
Lo real no siempre depende de nosotros tanto como de su contexto. Me gustó mucho.
Me encantó el asunto de los tatuajes, padrísima imagen... y eso que no me gustan los cuentos de miedo.
Un beso, yo.
Kafka! Wow!
¡Aúuuuuuuuuuuuuu! ¡Lobo hombre en París! ¡Aúuuuuuuu! Ha convertido en hombre a Dennisse.
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