Tuesday, December 20, 2011

Una nueva nube

No recuerdo cómo fue que desperté, pero salí de la cama con la resolución de encontrarme con esa nube tan mía. Di los pasos necesarios, con los pies descalzos, algunos músculos entumidos y la cabeza llena de palabras, ahora desconocidas. Cuando abrí la puerta me imaginé frente a frente con un cielo gris y helado, lleno de aire indiferente y denso; difícil de respirar. Pero no fue así: el cielo era completamente azul, sin viento, sin nubes. Sin mi nube. Asomé un poco más la cabeza y mis pupilas se distrajeron con el revoloteo de unas alitas blanquísimas que rozaban las flores de la calle. Inconscientemente seguí su curso y fue entonces que el misterio quedó resuelto. Esa nube, tan mía, en la que yo quería salir de viaje se había transformado. Ahora no era vapor blanco de granizo, era cientos de mariposas blancas. Todas volando en mil direcciones, sin trazar un rumbo establecido. Todas luminosas y risueñas, todas en Diciembre. Y yo, con los pies descalzos, los ojos incrédulos y las manos abiertas me acerqué hasta adentrarme en aquella maraña de alas blancas que me levantó del suelo. Peinando lo impeinable, puliendo lo áspero, llenando de cosquillas aquellos miembros inertes de mi cuerpo. Y asi me fui, en la nube, tan mía, de mariposas blancas de Diciembre.

Thursday, November 24, 2011

De bajada en una gran subida

Las canciones están para decir lo que las palabras no saben hacer. Bailar está hecho para hacerlo a solas, sin zapatos, en el sueño frío y con los brazos sueltos. Llorar está hecho para acompañar los dos anteriores. Esta canción está hecha para eso y más, mucho más.

Tonta canción de amor no. 2
El Gran Silencio

http://www.youtube.com/watch?v=crhJ8YZO6VM&ob=av2n

Y al encrisparse la piel como cuando el frío
ataca sin avisar
así rechazaba el oido lo que acababa de escuchar
como la sangre cuaja lenta
así mi mente tardó en aceptar
la noticia que entume y engaña
a mi corazón.

Como el sentimiento cuando estás dormido
y sientes que vas a caer
así sentía tus palabras
que se clavaban en mi ser.

Me dio vergüenza aceptar que sabía
que no aceptabas esta unión
pero mi alma es tan terca y se engaña
con mi corazón.

Hacerse a la idea de que tú eras mía
es como ir de bajada en una gran subida
pero tu vida es tan corta al igual que la mía
y yo llevo en el pecho una honda herida
ay! herida vida mía
ay! herida vida mía
y es como ir de bajada en una gran subida.

El mismo título, el mismo autor, distintos tiempos.

Monday, September 12, 2011

Eugenia

Esa de allá, la de la falda amplia y el cigarro. No te metas con ella si es pa'... ya sabes. Con esa mujer así no funciona. Debajo de esas cejas pobladas hay cosas que tú ni te imaginas, ha visto más que todos lo que estamos aquí. También ha bebido más que tú y se para derecha. Esa no es ninguna vieja, yo sí me atrevo a decirle mujer. Ni le mires los labios, ni las manos, ni los pies. Dicen que cada gajo de la trenza oscura va por cada amante que ella va dejando emplomado o bañado en lágrimas. Esa sí le sabe, se le ve en los hombros que siempre lleva al aire. ¿Sabes hacer bailar? Si no, eres hombre muerto. También si no sabes guardarte las preguntas, si no sabes hablar bajo, ni ser fiel. Yo que tú me iba con las rubias de allá, las que se ríen. Ahí seguro encuentras las sonrisas que buscas, y las bromas y lo demás. Acá vas a necesitar mucho más que un sombrero bien puesto.

Wednesday, August 03, 2011

7

Se abrieron las puertas y yo no estaba atenta para ver que había gente dentro. Lo que me indicó que ahí estaban fue el espacio que no pude ocupar y los empujones con los que me quedé sola, dentro del elevador. Concentré mi energía en el cuello primero, la clavícula después, seguida del hombro, el brazo, el antebrazo y, finalmente, la mano. Uno de mis dedos, sin distinguir cuál, se estiraba agotado para indicar el número de piso. Hasta el siete y uno más caminando.

Piso 1

La pesada caja metálica se levantó y yo me encontré con el espejo que hay en todos los elevadores. Pensándolo bien, preferí darle la espalda. Durante ese recorrido no quería verme en el espejo. Giré, apoyé el hombro contra la pared y cerré los ojos por si acaso.

Piso 2

Sin ver sentía cómo la distancia se acortaba verticalmente. Ya se acabó el día, se acabó el horario, se acabó el tiempo. Estoy frente a las puertas cerradas, subiendo con los ojos cerrados y nada más.

Piso 3

No hay espejo. Al no poder mirar hacia afuera tuve que mirar hacia dentro. Vi cascadas de agua helada y azul, con cielos nublados y un faro blanco siendo azotado por el violento Mar. Algunos acordes lentos con los que el viento corría. Hacía frío, y estaba a punto de anochecer.

Piso 4

Entendí perfectamente el paisaje, con sus sonidos y olores. Todo eso estaba expresado en forma de respuesta. La pregunta también la supe, pero no la dije. Memoricé cada rincón que pude ver, la sensación del viento en la cara y el frío en los pies.

Piso 5

Había también flores blancas, en botón. Todas cerradas, tiritando de frío. En ese momento no recordé cómo se ven esas flores abiertas. No pude recordar cómo son las flores. Esa respuesta no la tuve.

Piso 6

La pared empezó a temblar estrepitosamente contra mi hombro. ¿O era al revés? También llovía ahí dentro; una gotera que pude descubrir solamente por el sonido que hacían las pesadas gotas de agua al golpear el suelo del elevador.

Piso 7

Todo se detuvo repentinamente. El paisaje se desvaneció, levanté la cabeza y dejé de escuchar el agua caer. La pared inmóvil. En el mismo tiempo en el que abrí los ojos, las puertas de acero dieron paso a la luz blanca de la tarde. Avancé pesada, anduve el piso que faltaba y emprendí el camino.

Wednesday, June 15, 2011

Tatuado

No te acuerdas de nada, pero esa noche no se te va a olvidar así de fácil. Cuando saliste, harto de las instrucciones, de las órdenes y los reclamos, azotaste la puerta tras de ti. Sabías perfectamente a dónde ibas y ya no distinguías las voces amigas de las enemigas, las humanas de las bestiales. En una mano estrujabas el puño y en la otra, sobre el hombro, descansabas la piel roída de tu abrigo. Cada paso te retumbaba en la cabeza. La banda elástica que mantenía tu largo pelo negro recogido en una cola de caballo parecía incrustarse en tu cráneo dolorido. Alcohol era lo que buscabas, mezclado con humo espeso y luces tenues y rojizas. El camino no era largo y las huellas de tus botas mancharon el pavimento seco cada vez que un charco de aceite o gasolina se interponía en la ruta trazada inconscientemente.

Pronto llegaste y, al verte sentado solo en la barra del alborotado lugar, una o dos chicas se te acercaron coquetas a pedir fuego. No las escuchaste, tus rasgados ojos se irritaban con el humo de la pipa y de vez en vez parpadeaban muy lentamente. Sin quitar la mirada del vaso percibiste un cambio en el ambiente; algo perforaba el aire denso y penetraba, punzante, tu nuca. Pasaban los minutos y el calambre no cesaba. Aprovechaste tu agudeza de oído para predecir todos los movimientos del agresor. Una mano en la bebida, en la otra el tabaco quemado, la vista borrosa y concentrada en todo lo que el instinto dictara.

Se lanzó como una ráfaga de luz, cuchillas escondidas bajo las mangas de tela inaudible y ligera. Un salto horizontal que predijiste como jugada de ajedrez. Tranquilo soltaste el vaso, esquivaste el golpe por un lado y saliste del lugar sin dejar más rastro que el cristal goteando y cenizas en el suelo. El enemigo te siguió de cerca, veloz y aún silencioso. Era una sombra felina que iba tras el eco de tus suelas golpeando el suelo rítmicamente. Finalmente te encontró de espaldas con el abrigo puesto. Embistió una vez más y una vez más supiste lo que haría.

Te elevaste de un salto a metros del suelo, con las rodillas en el pecho y los brazos abiertos. Caíste a sus espaldas y volvió al ataque. Golpe que daba era bloqueado. Sus armas de plata oscura rozaron tu piel, fuiste más rápido. Se movió erráticamente, pero ya habías visto antes cada movimiento. Un pequeñísimo error: tratar de mirar dentro de las pequeñas ranuras de tu mirada. Así tomaste una de las mortales hojas y, dejando su espalda contra la pared del callejón, desprendiste su último aliento con un movimiento limpio de su propia arma.

Cayó al suelo y miraste, serio, las facciones femeninas y rígidas de tu oponente. La conocías, recordaste su voz por una milésima de segundo y partiste de vuelta. El regreso lo utilizaste para abrir la mente y permitir que el viento hediondo de las calles se llevara lo que acababa de suceder. Siempre es así, lo sabes, no lo recuerdas. Subiste los cinco pisos, abriste la puerta, te desplomaste con los ojos abiertos y descansó tu cuerpo. Mientras tanto, en tu piel quedaba grabado lo que sucedió esa noche, que no recuerdas pero puedes descifrar frente al espejo.

Tuesday, April 26, 2011

Cena de uno

Dejaron la puerta bien cerrada y a mi en una casa grande y vacía, de noche temprano. En esas situaciones el hambre se vuelve tímida y la hora de cenar no quiere llegar, por eso hay que forzarla un poco y andar hacia la cocina oscura y silenciosa. Será algo chico, no muy tentador, nada más para evitar un hoyo en el estómago como a eso de las dos de la madrugada. Cenar sola significa música en bajito y lenta. En estas situaciones no hay quien mire las manchas en la ropa, ni el peinado mal hecho. Comida escasa y la primera bebida que cruce mi camino van a la mesa, arrastrando los pies. Cuando ceno sola no hay por qué poner un mantel, ni servilletas, ni cuchillos, ni una silla. De pie se come y bebe rápido, tratando de no hacer ruido para que el gato no se despierte. Todo se termina y el plato y el vaso van al fregadero, solos, como yo. Y así todos esperamos a que llegue la mañana, disfrutando de las palmas heladas trabajando y los pies descalzos que hacen eco al avanzar.

Wednesday, March 16, 2011

La búsqueda

Fue el sonido de un chasquido el que se llevó la luz y todos los sonidos que venían con ella. Y lo que quedó era nada más un silencio oscuro, que aumentaba su densidad con los sentimientos de incertidumbre y terror. Las ventanas habían perdido su razón de ser, y el cielo se había mezclado con el concreto y las azoteas de los edificios aparentemente muertos. Todo se había convertido en un manchón de tinta negra, en donde el cielo amenazaba con cortar el aire usando sus finas cuchillas de agua.
Comparado con las demás personas, el hermano no se inmutó. Buscó a tientas un cilindro de luz verde y lo encendió. Subió las escaleras para encontrar a la hermana sentada en el filo del sillón, buscando hilar las frases de un libro con la ayuda de una linterna tenue.
"¿Ahora qué?"- retó el hermano.
"Pues vamos a buscarla, ¿qué otra?"- devolvió la hermana.
Ambos se alistaron con abrigos encapuchados, el color no existía. Uno amarró bien sus agujetas, la otra tomó las llaves del coche y se echó la mochila al hombro. Abrieron la puerta para descubrir que afuera el aire ya estaba siendo desgarrado por una lluvia, curiosamente, insonora. Se miraron, o pensaron que lo habían hecho, y corrieron hacia el auto al mismo tiempo. Ya encerrados y empapados ella introdujo la llave y encendió la luz amarillenta que le revelaría el camino. Encendió el motor y se pudieron en marcha.

Avanzaban confiando en el escaso metro de luz que podían ver, echando el agua fuera del cristal con violencia. Ambos con la misma melodía grave en la cabeza y sin palabras en la boca. Ni un coche fuera, ni una persona, ni un rayo de luz extra que los pudiera revelar en caso de que estuvieran.

Y así siguieron por un buen rato, quién sabe cómo y quién sabe cuánto, hasta que, finalmente, alcanzaron a ver un faro a lo lejos. Uno bien encendido con luz y con ruido, y ahí se fueron a quedar.

Wednesday, February 02, 2011

Múltiples cielos

Hoy te encuentras bajo un cielo completamente distinto al mío; supongo que estará nublado frío, tal vez algo de lluvia o nieve. Por esa razón fotografié mis cielos, para que también sean tuyos.

8:30 de la mañana

Se veía vaporoso y pálido, como si se estuviera levantando sin haber tomado tomado café. Unos cuantos vuelos amarillos por ahí y otros rosados por allá. Ni una sola nube lo cruzaba; seguían todas dormidas. Su color, en general, era más bien verdoso y despeinado. Tan perezoso que apenas los primeros rayos del sol lo calentaban para comenzar un nuevo día lleno de cosas distintas, de pájaros nuevos y de corrientes que visitan a los que vivimos abajo.

2:30 de la tarde

Ahora sí, todo era consistente. De base un color azul pálido, como el que me pongo en las uñas y no te gusta. Muy sólido y parejo. Justo encima, algunas nubes se transformaron en hilos delgados y lo adornaron horizontalmente, como si se hubiera puesto una camisa a rayas. Y, al mismo tiempo, otras nubes esponjosas se hacían notar por encima de las primeras. Majestuosamente blancas y repartidas por todos lados, sin llenar de más ni de menos. El sol calentaba, pero no quemaba; era su hora de comer.

8:30 de la noche

Finalmente, todo se oscureció. Pero no lo suficiente, porque a pesar de las luces de la ciudad y de los coches que gustan de estar encendidos en las calles sin avanzar, todas las estrellas se animaron a salir. Un espectáculo digno de recordase: sin luna, sin ruido en el cielo negro-azul y con puras lucecitas modelando sus legendarias formaciones. Algunas tintineando más que antes, coquetas y emocionadas de ser vistas con tanto gusto. Así es que comenzó la noche.

Sunday, January 23, 2011

El vaso

Estaba todo sumamente quieto; así es en las noches, nadie se mueve a menos que sea necesidad. El gato no come, porque está dormido y lo único que se escucha es la sugerencia del tica-tac del reloj de pared y los imaginarios perros que no pueden dormir en las casas vecinas. Incluso el aire va cansado y no entra por las rendijas, la luz que queda es tenue y debería estar apagada ya. De vez en vez una viga de madera se acomoda en su descanso y deja escapar un crujido, tan ligero que cuando el oído despierto intenta retenerlo éste ya se fue. Tranquilidad.

Todo hasta que el estruendo de los cristales que cortan el aire y explotan en el suelo apuñalan la quietud de la noche. Como pedazos de granizo se riegan dejando un agudo sonido detrás de cada movimiento. El polvo de vidrio se mezcla con los pedazos grandes y entre todos forman el escándalo. Se ha caído un vaso y el silencio se interrumpió.

Thursday, January 20, 2011

Las razones

¿Por qué el cielo es azul?

Porque refleja el azul del mar, que es, antes que nada, el azul por excelencia. El mar es azul por sus aguas densas, cargadas de sal que no se diluye y que escalda las costas, que reseca las arenas. Es azul por sus movimientos armónicos, por su cadencia y necesidad desesperada de salir de ahí, sus ritmos que cortan el aire en silencio y se llevan la tierra poco a poco. También por sus sonidos, que lo han dicho, preguntado y respondido todo.

El cielo refleja al mar en todos sus tonos; cuando es profundamente azul, cuando se aclara e incluso cuando se enturbia y se vuelve oscuro y gris. Lo imita en su vestimenta; el uno se adorna con encajes y remolinos de espuma blanca y el otro con vapores pálidos que cambian de forma. También en sus criaturas: las aves que cruzan los aires vuelan como los peces de metálicas y coloridas escamas.

El cielo azul suspira encima del mar. Y cuando éste se agita y desespera, es el cielo el que lo va a tranquilizar. Le habla con relámpagos de luz y truenos grises mientras lo acaricia con sus gotas de lluvia hasta que regresa la calma.

Solamente cuando llega la noche el mar mira hacia arriba conmovido, suspirando maravillado al ver aquellas perlas de luz que brotan de la inmensidad. Escucha muy atento el silencio y, sobre todo, espera paciente. Se arma de valor y pide al cielo un poco de su Luna, y entonces la refleja en cada una de sus crestas, sustituyendo la espuma con luz plateada de cielo hasta que el horizonte vuelve a aparecer con el pálido resplandor del día.