Wednesday, May 27, 2009

Quote

"In the sea, the fish have learnt to fly, in a moonlight night, with their silver wings."
-A.

Monday, May 25, 2009

¿?


¿¿Por qué tiemblo? ¿Por que no veo bien? ¿Por qué no quiero ya? ¿Por qué me cansé? ¿Por qué hace frío? ¿Por qué no viajo? ¿Por qué no se ha secado el suelo? ¿Por qué me gusta soñar? ¿Por qué la barba? ¿Por qué los dedos helados? ¿Por qué las cosquillas? ¿Por qué la música? ¿Por qué es rojo el cojín? ¿Por qué un perro? ¿Por qué pregunto? ¿Por qué verde? ¿Por qué ww? ¿Por qué mi ventana? ¿Por qué no hay luna? ¿Por qué no me importa que no la haya? ¿Por qué la sed? ¿Por qué no una princesa? ¿Por qué no las botas de piel negras? ¿Por qué no sonríes? ¿Por qué no queremos? ¿Por qué sacudir la cabeza con el pelo suelto? ¿Por qué nos gusta tanto? ¿Por qué el farol apagado? ¿Por qué en las sombras? ¿Por qué te quiero? ¿Te quiero? ¿Por qué no? ¿Por qué levantarse cuesta? ¿Por qué el pez plateado? ¿Por qué tan nerviosa? ¿Por qué esperar? ¿Por qué golpear? ¿Por qué bailar? ¿Por qué buscar? ¿Por qué preguntar??

Sunday, May 24, 2009

¿Desconocida?

No quería mirarse, por miedo. Sabemos todos que es muy miedosa. No cobarde, solamente miedosa. Aún ahí, de espaldas al espejo de su habitación, él tomaba su mano con firmeza. Brucilla tragaba saliva al tiempo que respiraba tan hondo como podía. Había vivido ese momento varias veces, pero hacía muchas que no se encontraba tan nerviosa. Su mano apretaba con fuerza la del acompañante, como una niña muy pequeña que a penas vio el mar amenazando sus pies. Finalmente, se armó del valor que le faltaba y dio media vuelta. Lo que vio fue algo completamente nuevo. O por lo menos no recordaba haberlo visto antes. Soltó la mano de Kube, invisible sobre el cristal, y pasó dos dedos por su rostro. Había algo ahí que nunca había estado, justo en los ojos. No eran estrellas, tampoco luna, ni sal. Era algo diferente, que tenía un brillo azul-plateado. Era tan bonito eso que estaba ahí que quiso quedarse viéndolo un rato más. Y, como la niña que entra al mar por primera vez, quedó marcada esa sensación en su memoria para siempre. Quedó ella quieta, con aquella expresión impresa en la cara y en el corazón.

Thursday, May 21, 2009

Traurigkeit

El cielo tiene el mismo llanto contenido que yo, los mismos escalofríos molestos. El mismo temblor en el abdomen y las pocas ganas de dormir. Pero despertar no motiva. Hace mucho frío. Todo va tan lento que se vuelve borroso y confuso. Las voces no tienen sonido, no entiendo las palabras y son importantes. Preguntas que no sé cómo contestar llenan mi mente y las expresiones de la gente a mi alrededor. El día no es blanco, ni negro, ni gris. Es percudido, colores deslavados y opacos. Hace mucho frío. Quisiera no caminar, quisiera no tener que hablar, quisiera volver a dormir. Pero sigue ahí el camino, siguen preguntando, sigue ahí el insomnio. I'm heavy as a feather, sad as the weather. Triste. El agua no cae del cielo, pero sí llena mi interior, desde los pies hasta arriba. Las cobijas no abrazan, por más pesadas que sean. Me siento bajo el escaso sol y la luz me incomoda, también la oscuridad. Todo trae una nostalgia imposible de disfrutar, un llanto que no se consuma y que hace que mis suspiros duelan. Es un día triste, sin razón. O no la he descubierto aún. Un día profundamente triste. Yo estoy profundamente triste. Profunda y melancólicamente triste. Y hace mucho frío desde dentro. I'm heavy as a feather, sad as the weather.   

Monday, May 18, 2009

¿Qué falta?

El chorro del agua dejó de golpear sus oídos y solamente quedó el chasquido de las gotitas colgantes que se lanzaban hacia la superficie del espejo tibio recién formado. El agua esperaba completamente quieta, dejando ver el fondo blanco de su recipiente. No había padres ni hermanos que rompieran el silencio. El perro ya se había dormido, echado al sol. Las ventanas que estaban abiertas apenas dejaban entrar una brisita tímida que movía ligera las puntas de las cortinas. Todo estaba listo. Dejó la puerta abierta y se quitó los zapatos sin expresión en el rostro; los ojos secos, las mejillas también, los labios también, secos y acartonados. Y, aún vestida, entró en la tina de agua tibia sin titubear. Los pies colgaban de un extremo y la cabeza se asomaba por el otro. Contó hasta tres, inhaló lo más hondo que pudo cerrando los ojos. Finalmente, quedó completamente sumergida en esa agua transparente e inofensiva. De golpe sus ojos se abrieron y vio el techo a través de la superficie de su agua. Ahora sí, el silencio entraba en sus oídos sacando cada uno de las burbujitas de aire que quedaban. Cuando finalmente todo estuvo quieto y empapado, no quedó más que sonreír. Ampliamente, mirando al techo. Una sonrisa como hace mucho no experimentaba: mojada. Luego de un rato, sus pulmones empezaron a echar de menos a su precioso oxígeno, el pecho empezó a oprimirle el corazón, que estaba contento ahí abajo. "¡Hora de salir!" "No, un momento más, aguanta." "Hora de salir." "¡Aguanta!" "Hora de..." Repentinamente sus manos la jalaron fuera, salpicando el suelo y las paredes. Dando bocanadas de aire violentas. Cada una de sus pestañas pegada a la de al lado, dificultándole la vista. Todo el pelo escurriéndole la cara. La ropa pegada a la mitad de su cuerpo que ya había salido. Su alma empapada y tranquila. Su mente inundada y en silencio. Su corazón palpitando dolorosamente. Su sonrisa expandiéndose como las ondas en el agua al caer las gotas de su nariz de nuevo dentro de la tina.

Tuesday, May 12, 2009

Prueba de la existencia de los saltos cuánticos.

Una vez, cuando todavía tomaba el camión, el camión se desvió a Tacubaya. Sobre la banca de al lado sus ojos negros se preguntaban qué le pasaría, probablemente se sentía mal, como siempre, y trataba de conciliar el sueño impulsada por el monótono tono de voz del exponente. El problema es que es un lugar horrible, con mucha gente, mucha basura y temes que te asalten. Su respiración chocaba contra la empañada ventana, el sol no salía pero el frío no aumentaba tampoco. Parecían estar todos inmersos en una neutralidad verdaderamente molesta. Justo iba en camino desde casa de mi novia- la de ese entonces-, y no iba muy concentrado en el exterior. Se había perdido en los patrones que formaban las piedras del suelo de afuera del salón, en los árboles recién regados, en el pelo largo y rebelde de la vecina inerte. Se había perdido. Cuando el camión se detuvo y todos se bajaron, me asusté mucho y me bajé. Sabía que no le preguntarían esta vez, así es que no se preocupó cuando cínicamente abrió la ventana de par en par y asomó la mitad de su cuerpo entumido. Bebió ese aire áspero, aliviada. Como no sabía qué hacer ni dónde se tomaban las peseras o combis o lo que sea que me llevara a mi casa, vi a una chica en su uniforme de la Ulsa, entonces le agarré el brazo y ella, en vez de asustarse, me sonrió. Del otro lado del patio la miraron curiosos unos ojos oscuros. Sorprendida, quedó congelada con los ojos bien abiertos y el principio de una sonrisa en los labios. Le pregunté si iba hacia el mismo rumbo que yo. Me dijo que sí y le pregunté si me podía llevar. El momento quedó sostenido en ese éter denso y húmedo que llenaba cada rincón. Él, recargando la espalda y un pie contra la pared soltó una media sonrisa. Me dijo que sí también, me llevó a la combi necesaria, pagué el pasaje de ambos y me platicó que iba en cuarto de prepa (yo iba en quinto), que quería estudiar filosofía y que se llamaba Montse.El color de las mejillas de la chica cambió instantáneamente y deseó con todas sus fuerzas que el exponente terminara para poder salir. Que no tenía novio, le dije que yo no tenía novia (porque no quería a esta mujer) y después de un rato, bajamos, me llevó hasta la puerta de mi casa y nos despedimos. Finalmente terminó el martirio y ella salió corriendo al encuentro del no-desconocido. Y ya nunca la volví a ver. Juntos huyeron dando pasos lentos y sin decir una palabra que cortara el aire, que ahora ya no parecía tan denso. 

Agradecimiento especial al donador de la anécdota y se la hace una petición, igualmente especial: no me quiebre, por favor.