Tuesday, September 30, 2008

¡SILENCIO! Por favor...

Despertador estruendoso. Tintieno de los cubiertos del comedor chocando contra los platos llenos de cereal con leche, avena o fruta. La llave del agua que azota contra el suelo de la regadera completamente abierta. Los interruptores de la luz cambaindo de posición constantemente. Puertas abriéndose. Puertas cerrándose, sin o con cuidado. Motores encendiéndose. Automóbiles en movimiento. Música en la radio. Vientro contra las puertas. Estacionamiento lleno. Pájaros en los árboles. Elevadores anunciando su llegada con un delicado "ting". Pasos rápidos, pasos lentos, pasos con mucho eco, pasos mudos, pasos sordos, pasos con tacones, pasos con tennis, pasos con zapatos de hule, pasos con sandalias, pasos de gente que viene y que va. La gente de los pasos habla, grita, platica, respira, confiesa, reza, llama, contesta. Más música, por todos lados, en mi cabeza, en mis oídos, en todo el mundo. Más palabras, argumentos, discusiones, declaraciones, preguntas, respuestas. Azotones de puertas. Agua corriendo. Cantos irregulares. Viento, aire, lluvia... Inhalo... Exhalo... Respiro lento, sonoro... Corazón que late, lento, pausado... No me escucho... ¡NO ME ESCUCHO!
Silencio, por favor.

Tuesday, September 23, 2008

Dedos largos.

-Nunca me había fijado; tienes los dedos muy largos.

Kube mueve la cabeza lentamente, asintiendo, mirando a través de la ventana empañada.

-Y también muy pálidos.

Kube ahora no hizo ningúna señal de haber escuchado el comentario de Brucilla.

-Déjame ver tu mano más de cerca, por favor.

Kube extendió el brazo y le tendió la mano a la niña.

-¡Ah! Estás helado, ¿no tienes frío?

Kube giró la cabeza para verla a los ojos y esbozó una sonrisa, que ella supo descifrar perfectamente.

Brucilla lo miró muy fijamente y con los ojos brillando.

Kube soltó la mano de Brucilla y acarició su mejilla causando que sintiera escalofríos y su piel se estremeciera. Sus dedos pálidos y largos eran tan helados que la niña sonrió bajando la mirada tímida.
Cuando separó sus dedos de la, ahora gélida, mejilla de Brucilla, tomó su mano con delicadeza y la puso contra el cristal empañado de la ventana, y acto seguido se levantó lentamente y salió sin hacer ruido.

Tuesday, September 09, 2008

Dentro del agua

Cuando abrí los ojos descubrí la razón del frío que hacía que mi piel se estremeciera: estaba debajo del agua, muy en el fondo, donde todavía no es completamente oscuro y se pueden ver escasos rayos de luz pasando cerca de mi con movimientos oscilantes. Extendí una mano junto con su brazo y el otro lo pegué a mi pecho encogiendo también las piernas y la cabeza. Veía algo, escuchaba algo. ¿Para qué moverme? ¿Para qué quedarme? ¿Qué hacer? Abrí los ojos nuevamente y entre el pelo flotante pude ver una mirada negra, muy negra. Decía cosas, muchas palabras. El frío seguía, pero ahora solamente lo podría sentir en la punta de los dedos de los pies y manos. Estaría loca de no seguirlos, los ojos negros. Ni una sola burbuja, pero a mi alrededor había dos peces, largos, mus esbeltos, casi parecían un error de tinta negra y azul. Eran lentos, pero al mismo tiempo graciosos. Estaría loca. Algún dia no seré más, no estaré dentro del agua, ni fuera de ella tampoco. Simplemente en la tierra húmeda y la lluvía me vería a mí ahora. Los ojos me hablaban, los peces me hablaban, en silencio, pero lo hacían y yo, lentamente empecé a caer, a seguirlos hasta el fondo. Poco antes de que la luz se agotara por completo cerré los ojos con tanta fuerza que perdí el conocimineto y pisé la arena dura y áspera en la que pude correr de nuevo. Antes de ahogarme.
Inspirado en:
Weird Fishes/ Arpeggi
-Radiohead.
In the deepest ocean
Bottom of the sea
Your eyes
They turn me
Why should i stay here?
Why should i stay?
I'd be crazy not to follow
Follow where you lead
Your eyes
They turn me
Turn me on to phantoms
I follow to the edge of the earth
And fall off
Everybody leaves
If they get the chance
And this is my chance
I get eaten by the worms
And weird fishes
Picked over by the worms
And weird fishes
Weird fishes
Weird fishes
I'll hit the bottom
Hit the bottom and escape
I'll hit the bottom
Hit the bottom to escape
Escape

Sunday, September 07, 2008

Dialogando con la muerte

Todos hemos visto a la muerte, aunque sea una vez. Ya sea presente en un hombre (o mujer) con su tradicional capucha negra, figura esbelta, manos huesudas (si no es que esqueléticas) sosteniendo una oz de aperiencia amenazadora y algunas veces con una especie de humo (o hielo seco) rodéandole los pies mientras camina hacia alguien o simplemente posa para el dibujo, impresión (playeras, banderas, escudos, portadas, etc.), pintura, fotografía.


Hoy se vió a la muerte en plena luz del día, sentada, como si estuviera esperando a que la lluvia pasara, como el resto de los transeúntes que deambulaban por el centro de la ciudad como a eso de las dos de la tarde. No parecía buscar a nadie, o tal vez sabía disimular perfectamente el aburrimiento que le pesaba recargando su cabeza encapuchada sobre un puño cerrado. Poco tiempo pasó antes de que un elegante sujeto, de la época romántica vestido con un impecable traje azul con medias blancas, la cara empalidecida y una peluca en la mano, se sentara justo a un lado del encapuchado negro.


-¡Qué lluvia!

-Si, parecía estar despejado.- Contestó en un susurro la muerte.

-Si, espero que pase rápido, está empezando a refrescar.

-Yo no tengo frío.

-Bueno, ¡cómo vas a tener frío con semejante capa!

-Si.


Y, como suele suceder después de una conversación forzada, el hombre, sintiéndose incómodo por el silencio de su nuevo acompañante, tomó su peluca de nuevo juntó sus cosas y se fue.


Todo lo anterior sucedió el domingo a medio día en la calle de Fray Pedro de Gante en el Centro de la Ciudad, y para los incrédulos he aquí la evidencia de que, muy rara vez, se puede dialogar con la muerte.



Monday, September 01, 2008

Su caja, la caja.

"Tengo una colección muy grande de cajas. Hay de secretos, de burbujas, de palabras, de besos, de historias, de piedras, de todo. También tengo uan de abrazos, no es muy grande, pero eso no importa. Ahí cabe todo lo que debe de caber: abrazos. Aunque sean muy grandes, muy largos, muy intensos; al final siempre terminan entrando todos. Por afuera es azul marino con puntos blancos. Se vé simpática. Fue hace poco que la inauguré, cuando me sobraban abrazos y los tuve que dejar en algún lado- luego son muy pesados y hacen que duela la espalda-. Me encanta abrirla de vez en cuando y ver la inmensa variedad que ya he coleccionado, de verdad es una buena colección, variada y grande, como las colecciones valiosas tienen que ser. Cuando la vuelva a abrir te prometo que te la enseño, es digno de presumir. Pero bueno, por ahora está bien debajo de mi cama, junto con las demás cajas cerradas que algún día volveré a abrir."
Kube, muy serio, se le acercó y susurró en su oído:
"Brucilla, abrázame."
Ella lo miró y le respondió frunciendo el ceño:
"No, hoy no."