Algo tengo que no leo las cosas del principio al final. Primero el último párrafo, capítulo, oración. De ahí el de arriba y luego, si veo que el final no es tan final, empiezo desde el principio.
El orden de las cosas nunca afecta. Eso lo aprendí en matemáticas, y luego me di cuenta de que no era así. Sí importa, pero no a la hora de descubrirlo. Puedo leer el cuento a partir del beso, luego paso por el saludo y, después, el pleito. Vuelvo al beso, el pleito, el saludo. El saludo, el pleito, el beso. El sentido, el orden y el círculo en una misma cosa: del final al principio al medio al final. Más espiral al azar que círculo o línea, pero así soy yo. Con orden pero no en orden, no en tiempo, sí en todo.
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