Corre con todas sus fuerzas, con los brazos desocupados, la ropa suelta y el pelo lleno de viento. Corre sin respirar a veces, dando pasos desiguales, con los ojos brillantes y la boca casi cerrada. Corre tan rápido que olvida cosas en el camino, que bota tesoros, que ignora detalles. Corre y coge el primer tren, sin pagar, ni pensar, ni mirar. Ahí dentro su pensamiento vuela a través de la ventanilla empañada, mirando la madrugada gris, sin recordar. Una de sus manos revisa el bolsillo y le muestra un pedazo de papel arrugado. Ya sonríe, ya recuerda, ya espera. El tren se detiene y baja empujando. Corre por la calle, pisado basura, sobre los charcos. Corre hasta dejar atrás las casas, los edificios y las tiendas. Tan deprisa va que la gente no la puede ver. Corre sin una pausa, sin descanso. Corre y llega a su destino. Se detiene en seco. Sus ojos se abren de par en par y recuerda, con una bocanada de aire helado. El campo de hierba azul la recibe con los brazos abiertos. Sonriendo. Riendo. Recordando y respirando. Ahora, flores blancas que flotan y bailan con la brisa que acaricia el monte azul lleno de rocío y lluvia mezclados, se queda en el país lejano, muy lejano.
Palabras
2 weeks ago
1 comment:
¿Por qué tanta prisa?... creo que perdió mucho en el camino tan apresurado.
Un beso, Yo.
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