Cuando abrió los ojos, lo primero que dijo con una enorme sonrisa en los labios fue: "¡Buenos días!" pero al encontrarse sola en la habitación, la voz se le apago de pronto y la sonrisa se esfumó.
Ya tarde, al acostarse, dijo con los ojos casi cerrados y de nuevo sonriendo: "Que tengas dulces sueños", pero al no sentir sentir un latido cercano cayó dormida mientras una lágrima pequeña mojaba su almohada blanca.
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