Con la misma actitud de siempre pasé por el mercado, buscando solamente lo que me interesaba en ese momento, pero depronto algo se cruzó por mi mirada, fué tan repentino que la empañó y tuve que parpadear varias veces para recuperar la vista.
Después de tanto tiempo estaban ahí de vuelta, unas verdes, otras blancas, también manchadas, pero la gran mayoría de un color anaranjado tan brillante que era imposible no notarlas. Redondas y de distintos tamaños, unas encima de otras, en silencio para el oído pero haciendo un escándalo a la vista.
Su algarabía era tal que me fué imposible suprimir una enorme sonrisa y un inmenso deseo de traer una a casa; pero a pesar de que sonreí un buen rato mirándolas no lleve ninguna conmigo... ya vendrá por sí sola. Algo explotó en mi corazón, haciéndome sentir unas cosquillas leves que ya había sentido antes; esos recuerdos que cuando vienen emocionan y hacen llorar.
Efectivamente: ya es temporada de calabazas.
1 comment:
¡¡¡GENIAL!!! me hiciste sonreir. Ni se imaginan las calabazas que tienen una enamorada tan poeta.
Un besote, TQ
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