Cuando nos dejamos vendar los ojos con un paño negro y áspero, cuando nosotros mismos nos encadenamos a esas bestias insensatas que nos arrstran hasta la perdición, cuando caemos sobre nuestras rodillas y éstas se rompen junto con nuestra voluntad de levantarnos, cuando nuestro corazón parece latir por costumbre y no por voluntad, cuando el aire nos asfixia y la luz nos deja ciegos, cuando nos dejamos latigar sin luchar, cuando nos tiramos en el mar y sus olas crueles nos llevan a rastras, cuando no sabemos tomar nuestras riendas ni reconocer nuestra dirección tan sólo escucha atentamente, espera mirándonos en silencio, que pronto soltaremos un grito desesperado de ayuda, de misericordia, de perdón...
... es entonces cuando nos tomas en tus brazos, inconsientes, nos llevas contigo y nos enseñas a vivir de nuevo.
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