Wednesday, September 27, 2006

Andando...

Se hizo de noche y cuando las sombras lo hubieron gobernado todo, cerraron los ojos, cada uno desde su lugar. Pronto estarían juntos. Ella, al abrirlos lentamente se vió envuelta en un escalofrío gélido que poco a poco subía por su espalda, y bajando la mirada pudo distinguir una mano tendida y a su dueño sonriendo. Tomo su mano y descalza caminó hasta el balcón, en el cual sus pies se despegaron del suelo. Al notar su desconcierto él rogó que cerrara los ojos y confiara en su abrazo, y cediendo, ella dejó caer los párpados al tiempo que sus brazos, flojos, se balanceaban por el paso del viento. Sintiendo un corazón que latía a su lado se elevó con él, lenta y suavemente, dando pasos firmes en el aire.
"Abrelos, solo un instante, es el mar."
Ahí las olas ruidosas y envidiosas gritaban e imploraban ser liberadas del hechizo que las mantenían atrapadas en la clara arena. Pero ellos seguían elevándose, él guiándola y ella dejándose llevar. El aire glacial les calaba los huesos pero sabían que en su destino no haría frío ni calor, sería sencillamente perfecto.
Pasaron ciudades enteras y nadie los veía. El mundo dormía y ellos sonreían en silencio.
Se acercaba su llegada, cada momento las luces iban disminuyendo y poco a poco salieron de aquella atmósfera que matiene al mundo terrestre con vida, ahí afuera ya no se veía nada más que aquél espejo de plata que flota en el vacío espacio. Sin pedir permiso tocaron tierra, grisáceo polvo cubrió sus pies, pero ya nada importaba; esa noche la pasarían del lado luminoso admirando su verde planeta.
Sentados se les ve, todas las noches, abrazados en silencio. Suyos solamente son la noche, media estrella y un jardín lleno de calabazas, que no se ve porque está del lado iniluminado de la luna...

Monday, September 18, 2006

Allemande

Allemande, ¿porqué no estás?
Solitaria, siempre te miraba, bajo la luna llena, menguante, creciente y nueva. El viento desgastaba tu silueta junto al árbol, eternamente inmóbil.

Allemande, ya no estás.
Te fuiste con el tiempo, tan sutil que no dejaste rastro, ni en la tierra ni en el cielo. Todo se fue contigo, todo tú te lo llevaste.

Allemande, ¿volverás?
Todo tú lo sabías, ¿sabré yo algo ahora? El aire pasa cargado de nostalgia hacia el Oeste y solamente extraña tu triste faz.

Allemande, si, volverás.
Porque al cerrar los ojos, escucho tu susurro, que clama mi nombre lejano, me lo has recordado una y otra vez y, por eso, no podré olvidarlo.

Allemande, al regresar...
... regrésanos el viento, la lluvia y el mar.

Wednesday, September 06, 2006

Escúchalas

Cierra los ojos y siente su suave movimiento. Siente cómo la mente crea imágenes con su delicado sonido. ¿No ves el mar? Con sus olas que vienen y van, su espuma que envuelve, sus lamentos que se estrellan en la arena, pero que ahora se han vuelto inaudibles. Disfruta el horizonte azul, profundo, marcado en medio del cielo.

Ellas sigen cantando y llevandote a donde permitas, negras irregulares y blancas formales, todas bailan al mismo tiempo, uno... dos... tres... cuatro... no importa, sigue escuchandolas. Remolinos de sonidos que no cesan pero si cambian de velocidad y tono, tan heromoso espectáculo, siempre con ojos cerrados.

¿Ves flores ahora? Se mecen tan tranquilas en el aire húmedo, cuelgan ligeramente del sauce dándole un poco más de color, aunque sea blanco. Hermosas campanillas silenciosas. Duermen, lo se, y tambien sueñan con su tarde lluviosa y fría. El viento azota el gran árbol, lo hace estremecer y todas sus ramas gritan sin voz, lentamente va disminuyendo el ventarrón hasta que finalmente cesa por completo.
Uno... dos... tres... cuatro... el ritmo disminuye con el paso de los minutos y en cualquier momento los dedos dejaran de acariciar las pesadas teclas y todo se irá...
Escúchalas, les queda poco, pero no dejes que su hermosura se pierda, recuérdala, consérvala y ahí me verás, junto a tí.

Monday, September 04, 2006

Pertenencias

Ayer el cielo le perteneció a alguien, humano puedo afirmar.
Hoy el mar le pertenece a alguien, mujer, he de confesar.
Mañana el viento le pertenecerá a alguien, hombre seguramente.
Eternamente, el mundo le pertenecerá a alguien: nosotros, yo aseguro.