Tenías los ojos abiertos antes de que sonara el despertador. Era una hora común, la misma siempre. No sabías si te gustaba el pan integral, ni el café, ni los calcetines. Funcionaban. Cada minuto quedaba lleno, no se te hacía tarde. Encendías el coche y llegabas a un salón lleno de estudiantes. Sabías todos los nombres de todos los grupos. Temas interesantes, niños desinteresados. Gritabas. No importaba, te hacía gracia. Firmabas la salida y comías con alguien, siempre con alguien y seguramente reías. Volvías a casa, al sillón, a leer y registrar. Buscabas cosas. Te levantabas varias veces. Salías a correr, te gustaba el aire enfriando el sudor. Servías la cena frente a la televisión. Lavarías los platos la mañana siguiente. Entrabas en la cama, leyendo. Sonreías. Te quitabas los calcetines, cepillabas tus dientes sobre el suelo frío. Estirabas los dos brazos hacia arriba y apagabas la luz. 11:43. Tus ojos abiertos miraban la cortina blanca. Escuchabas, a veces, algunos autos pasar. Repasabas el horario de mañana. Te quedabas dormido. No soñabas.
Sonó el timbre.
1 comment:
Como que me identifiqué un poquito... ¡gracias!
Un beso, Yo
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