Brucilla se sentía con ganas de hablar, pero no había con quién. Fue entonces que se dio cuenta de que no importaba si había alguien con quien hacerlo o no, ella hablaría. Y dijo en un volumen considerable y con los ojos firmemente cerrados...
"... me han dicho que las palabras pueden no significar nada, pero la verdad es que yo creo que lo son todo. Sí, lo son todo. Una persona no puede vivir sin pronunciarlas, ni aunque esté confinada en el cuarto oscuro, como yo, porque hay veces en las que yo necesito hablar y hablar sin parar para que todas aquellas ideas que se han formado puedan salir, si no hablara explotaría y más de mil letras saldrían disparadas por mis orejas dejando mi mente en blanco, y quién sabe, ¡tal vez hasta se me olvidarían! ¡Qué desgracia sería esa tan grande! Hace poco hablé con alguien, estaba yo sola en el silloncito y empecé a hablar con éste alguien. Me contó cosas; sobre las sombras. Dijo que él ahí vivía y que le gustaban, me hizo ver lo hermosas que pueden ser. Otro momento llegó un hombre con un gran tesoro, o la mitad de él, y me habló sobre cosas sin importancia, pero me habló. Antes de marcharse me dio una noticia, que me hizo ver el océano de hierro al que tanto temo, me hizo imaginarlo a lo lejos, pero he estado pensando que tal vez fue una ilusión mía, tal vez el mar de hierro no me cubra todavía y el hombre del medio tesoro venga por mí antes. Me quedé dormida y soñé, con una estrella que lloraba mientras caminaba un camino empedrado que llevaba hasta la Luna, quise abrazarla, pero su calor era insoportable. Me dejé caer. Desperté en el mismo cuarto oscuro en el que Kube me dejó, solamente que ahora él abrió una ventanita por la que se colaba un rayito de luz blanca, como la que me gusta. Ese detalle me provocó una sonrisa. Recuerdo cuando empecé a escuchar la voz de una mujer joven, estaba emocionada; las estrellas le habían regalado un beso de su amor, y esa alegría se me contagió, no pude dejar de sonreír. Otras voces también escuché; pesadas, tristes, emocionadas, confusas. He oído de todo, pero... ¡pero nada, Brucilla! Las palabras lo son todo... sí todo. No entiendo, creo que empiezo a tener sueño pero aún así seguiré hablando. Dentro de un libro he puesto un tesoro morado, es tan misterioso, se abrió divino ante mis ojos, con esas motitas amarillas que lo caracterizan, es un tesoro especial, me lo dió alguien especial. Duró pocos días vivo. En cuanto empezó a cerrarse de nuevo lo encerré entre las hojas blancas de un libro, de palabras por supuesto, así va a poder vivir por siempre. Creo que he dicho todo lo que tengo que decir, ahora llega la hora de dormir."
Kube asintió sonriendo en ese instante y la ayudó a cerrar los ojos.