Dejaron la puerta bien cerrada y a mi en una casa grande y vacía, de noche temprano. En esas situaciones el hambre se vuelve tímida y la hora de cenar no quiere llegar, por eso hay que forzarla un poco y andar hacia la cocina oscura y silenciosa. Será algo chico, no muy tentador, nada más para evitar un hoyo en el estómago como a eso de las dos de la madrugada. Cenar sola significa música en bajito y lenta. En estas situaciones no hay quien mire las manchas en la ropa, ni el peinado mal hecho. Comida escasa y la primera bebida que cruce mi camino van a la mesa, arrastrando los pies. Cuando ceno sola no hay por qué poner un mantel, ni servilletas, ni cuchillos, ni una silla. De pie se come y bebe rápido, tratando de no hacer ruido para que el gato no se despierte. Todo se termina y el plato y el vaso van al fregadero, solos, como yo. Y así todos esperamos a que llegue la mañana, disfrutando de las palmas heladas trabajando y los pies descalzos que hacen eco al avanzar.
Cuestiones fundamentales
4 years ago