Sunday, January 23, 2011

El vaso

Estaba todo sumamente quieto; así es en las noches, nadie se mueve a menos que sea necesidad. El gato no come, porque está dormido y lo único que se escucha es la sugerencia del tica-tac del reloj de pared y los imaginarios perros que no pueden dormir en las casas vecinas. Incluso el aire va cansado y no entra por las rendijas, la luz que queda es tenue y debería estar apagada ya. De vez en vez una viga de madera se acomoda en su descanso y deja escapar un crujido, tan ligero que cuando el oído despierto intenta retenerlo éste ya se fue. Tranquilidad.

Todo hasta que el estruendo de los cristales que cortan el aire y explotan en el suelo apuñalan la quietud de la noche. Como pedazos de granizo se riegan dejando un agudo sonido detrás de cada movimiento. El polvo de vidrio se mezcla con los pedazos grandes y entre todos forman el escándalo. Se ha caído un vaso y el silencio se interrumpió.

Thursday, January 20, 2011

Las razones

¿Por qué el cielo es azul?

Porque refleja el azul del mar, que es, antes que nada, el azul por excelencia. El mar es azul por sus aguas densas, cargadas de sal que no se diluye y que escalda las costas, que reseca las arenas. Es azul por sus movimientos armónicos, por su cadencia y necesidad desesperada de salir de ahí, sus ritmos que cortan el aire en silencio y se llevan la tierra poco a poco. También por sus sonidos, que lo han dicho, preguntado y respondido todo.

El cielo refleja al mar en todos sus tonos; cuando es profundamente azul, cuando se aclara e incluso cuando se enturbia y se vuelve oscuro y gris. Lo imita en su vestimenta; el uno se adorna con encajes y remolinos de espuma blanca y el otro con vapores pálidos que cambian de forma. También en sus criaturas: las aves que cruzan los aires vuelan como los peces de metálicas y coloridas escamas.

El cielo azul suspira encima del mar. Y cuando éste se agita y desespera, es el cielo el que lo va a tranquilizar. Le habla con relámpagos de luz y truenos grises mientras lo acaricia con sus gotas de lluvia hasta que regresa la calma.

Solamente cuando llega la noche el mar mira hacia arriba conmovido, suspirando maravillado al ver aquellas perlas de luz que brotan de la inmensidad. Escucha muy atento el silencio y, sobre todo, espera paciente. Se arma de valor y pide al cielo un poco de su Luna, y entonces la refleja en cada una de sus crestas, sustituyendo la espuma con luz plateada de cielo hasta que el horizonte vuelve a aparecer con el pálido resplandor del día.