Saturday, February 10, 2007

No tienen miedo

Las calabazas no suelen sentir miedo, sus cortezas son tan duras que no hay porqué temer. Viven en campos enormes, llenos de maleza y sus propios tallos tienen diminutas espinas que las ayudan a sentirse más seguras.

Las calabazas no tienen miedo, cuando la noche llega y está nublada simplemente cierran los ojos y duermen, cuando el sol no brilla, sencillamente sienten correr las gotitas suaves humectando sus cáscaras anaranjadas y nada malo pasa.

Las calabazas no son cobardes en lo regular, aunque existe una sola que si conoce el terror. Su campo es en la luna, siempre está oscurro arriba y, aunque las estrellas se ven bien, el frío ambiente la hace temblar. Solamente se alcanzan a ver sombras en el suelo cuando sus flores duermen y ella nada puede hacer. Aprieta los ojos sin sentido, esperando escuchar algún ruido, pero nunca lo logra, arriba no hay nada que la pueda ayudar.
A menos que, como algunas noches, suba un caballero que la anima, le cuenta cuentos y cuando hace frío la abraza en silencio. Aquel caballero al que no le importa sentarse en la hierba y observar una anaranjada pelota amarrada a un tallo áspero, dura, sin calor.

Ésta calabaza es miedosa, cobarde, pero más de una vez se ha repetido a si misma que prefiere sentir sus ramitas tiritar y pensar una y otra vez en aquel caballero que la viene a consolar, que ser tan dura como las demás, sin frío, sin miedo y sin nada en qué pensar.